sábado, 28 de abril de 2007

CIERTAS INCERTIDUMBRES

Este sábado plomizo y desangelado me he levantado con un cansancio oscuro, depositado en un punto impreciso de mi interior. No hay una causa lógica que explique esta desgana. Ayer me acosté pronto y sin poner el despertador, esa impagable sensación de ser dueña de mi tiempo. Sin embargo, no encuentro en qué utilizarlo. No estoy especialmente triste, pero tampoco motivada para encaminar mis pasos en esta o aquella dirección. Me invade una apatía densa que me nace dentro, un dejarme llevar por las horas que es como una pequeña muerte. No la petite mort que dicen los franceses, que eso es otra cosa mucho más parecida a la vida. Los franceses, ya se sabe.

Echo de menos la luz al final, hacia donde debo dirigirme. Aunque haya obstáculos y trampas en el camino, pero saber cuál es el objetivo. Ahora no lo sé. Madrugar, pasar unas cuantas horas en un trabajo que no me interesa, cobrar un sueldo a fin de mes que me gasto íntegro en esta supervivencia sin sentido. Y empezar otra vez.

A lo largo de mi vida he tenido etapas mucho más duras que la presente. Y estoy bastante bregada en la lucha por la supervivencia, tanto en el aspecto puramente material como en otros más emocionales. Pero era una lucha que tenía una compensación. Ahora no sé para qué sirve nada de lo que hago. Quizá para vivir la vida de los otros, aunque los otros sean mis hijos, mis nietos, mi madre.

Y lo jodido es que sé que no me puedo quejar. Que soy afortunada, que no tengo que mirar muy lejos para encontrar otras vidas infinitamente peores. Aquí al lado, a la vuelta de mí misma, hay quien tiene que partir de cero, que construirse una vida desde la nada a una edad en la que todo debería estar ya hecho. A una edad en la que todo el mundo debería poderse dedicar a manosear los recuerdos, cómodamente instalado en un presente confortable, con un mínimo de solidez. Y, si acaso, llorar de nostalgia, no de miedo al porvenir. Este párrafo se lo dedico a mi amiga Lola, que no puedo con la culpa por no poderla ayudar.

Está empezando a llover con unas gotas gordas que hacen ruido al golpear en los cristales y se acercan por el norte unos truenos pedregosos. Hoy me voy a cuidar a Jaime y Carmen, para que sus padres puedan disponer de una noche a su antojo, ya sea para dormir o para revivir sus tiempos de pareja sin hijos, tomando copas con los amigos. Aún en el caso improbable de que se porten como personas sensatas y se limiten a tomarse los biberones cada uno a sus horas, respetando las tomas del otro, la nochecita promete. Unos biberones especiales para bebés de bajo peso, cuyo consumo de un mes supone una cifra equivalente al salario mínimo interprofesional y que no están cubiertos por la Seguridad Social. Yo me pregunto cómo sobrevivirán los mellizos faltos de peso que nazcan en una familia sin posibles, cuando su madre -como le ha ocurrido a Ana- no tenga el poderío lácteo necesario para alimentar a dos criaturas. Cada tres horas a Jaime, cada tres horas -otras, no las mismas- a Carmen, les tengo que embutir ese precioso oro líquido y blanco. Un planazo. Veremos si sobrevivo.

jueves, 26 de abril de 2007

OTRA VEZ TU CUMPLEAÑOS

Esta vez son veintitrés velas; como ya casi no caben en la tarta, las he puesto de esas de números. Pero claro, a ver como te pillamos para que las soples. Anoche lo celebraste con tus amigos y ahora no hay quien te mueva de la cama, que me tuviste hasta las tantas despierta; sabes que no me duermo hasta que te oigo llegar. Sí, sí, ya sé que no te dejé el coche porque me imaginé que volverías colocado, pero qué más me da, si te trae Juan Luis que estaría igual que tú, que no tenéis sentido común ninguno de los dos. Por esta vez pase, que es tu cumpleaños. Pero esto se ha acabado, tienes encima los exámenes y entre los amigos y esa chica que te tiene al teléfono las horas muertas, no pegas ni golpe. Y cuando no es el teléfono es el messenger ese, o te crees que soy tonta y no me entero de lo que haces cuando te encierras en tu cuarto; luego me siento yo en el ordenador y no paran de salir mensajes: Belén está conectada, Juanlu está conectado, y otros que no conozco, menuda panda. Y mientras tanto, el libro de Física muriéndose de asco. Que sí, que ya sé que veintitrés años sólo se tienen una vez -algunos no los tienen nunca- pero una cosa es una cosa y otra es otra, que yo a tu edad estaba casada y ya había nacido tu hermano. Estoy muy cansada ¿sabes? y no me puedo pasar la noche en vela porque madrugo y además quiero ayudar a Ana con los chiquitines; mañana cumplen un mes y tú...bueno, para qué hablar; ya podías ir a verlos más a menudo, encima de que al niño le han puesto tu nombre. Y a Paloma y Marcos también, que sabes que se lo pasan muy bien contigo. Claro, el tío simpático que siempre les lleva chuches y juega con ellos. Yo sé que Paloma presume con sus amigas y todas le dicen que que tío más guay tiene y tú te hinchas como un pavo real. Ya podrás, tío, que tienen seis años.

No sé para qué pierdo el tiempo echándote la charla, seguirás haciendo lo que te dé la gana, como siempre. Y luego vendrás con esa jeta que tienes, me darás cuatro achuchones y a mí se me caerá la baba. Porque eso sí, ¡mira que eres cariñoso, jodío!

Anoche me acosté tardísimo haciéndote la tarta y poniendo Felicidades Jaime en crema de naranja, con la manga pastelera. Y la adorné con flores de nata, fresa y chocolate. Para que luego te pases el día durmiendo.

¡Es que parezco tonta! Me creo que todavía es como cuando cumpliste ocho años, que vinieron a casa Juan Luis y Fer y Belén y Almudena y tus amigos del cole. Os preparé sandwichs y mediasnoches y me pusistéis la casa perdida de trozos espachurrados, sólo os comistéis las patatas fritas y los ganchitos. Luego soplaste las velas y te cantamos feliz, feliz en tu día. Me acuerdo de que te pusiste colorado. Tengo en la memoria tu imagen borrosa -como a través del velo del tiempo- pero sí, te pusiste colorado, siempre te ponías colorado.

Ese fue el último cumpleaños que celebraste en casa con nosotros, como debe ser. A quien se le diga que desde entonces andas por ahí a tu bola... y yo aquí, haciéndote tartas. La verdad, ocho años me parecen demasiado pocos para irte a recorrer la eternidad tú solo, sin permiso; tenías tanta prisa que ni siquiera te llevaste el pato de peluche, con lo que te gustaba dormir con él. Y, como vas a lo loco, pues eso, todo manga por hombro. Hasta la risa te dejaste encendida, resonando por todos los rincones…

sábado, 21 de abril de 2007

TANTRA PARA MUJERES

Esto de internet es un misterio que nos lleva a formar parte de las bases de datos más insospechadas y uno recibe enigmáticos e-mails procedentes de quién sabe qué cubiles ocultos. Hace unos días me ha llegado uno que me invita a una cosa que se llama TANTRA PARA MUJERES . No sé cómo han ido a dar mis huesos virtuales a semejante lista de correo, pues mi ignorancia en estas cuestiones esotérico-místicas es total y, quizá por ello, tambien es total mi escepticismo. Con el paso de los años me voy pegando más y más a la realidad, a lo tangible, y el más acá me ocupa tanto tiempo y tanto espacio que el más allá lo tengo bastante abandonado.

Así que me he puesto a investigar en esta cosa del Tantra y descubro que, sintetizando, consiste en una vía para encontrar la parte más placentera de nuestra vida y descubrir la fantástica fuente de energía luminosa que hay en nuestro interior (sic), y para comunicarnos con el mundo mejorando nuestra capacidad física, energética, amorosa, sexual y sensual (sic); vamos que una sale del taller levitando e irradiando buen rollito.

Yo es que soy muy elemental en estas cosas y creía que las emociones me llegaban de fuera; que me enternecía viendo la cantidad de vida que encierran los diminutos cuerpos de mis nuevos nietos y los gestos de sus boquitas cuando duermen, que me enamoraban los ojos de algunos hombres y su modo de acariciar, que me podía conmover hasta las lágrimas mirando un atardecer o que me exasperaban y cabreaban ciertos elementos que andan por ahí largando mentiras. Pero, por lo visto, todo está en mí de antemano; yo sólo tengo que encontrarlo y eliminar de un tantrazo las energías negativas, y así liberar la diosa que llevo dentro y volverme indiferente a las tonterías que dice Angel Acebes. Qué cosas.

Parece ser que esto del tantra está íntimamente relacionado con la sexualidad de cada cual, con lo que deduzco que lo primero que se pone a funcionar a tope es el instinto más primario y a partir de ahí empieza a moverse todo lo demás. No está mal el plan pero me desilusiona un poco que sea para mujeres; ya he dicho alguna vez que no soy partidaria de los ghetos -me gusta la integración y la comunicación con los varones- y mucho menos en estos asuntos. Y el e-mail me dice que es un día exclusivamente para mí y para compartir mis experiencias con mujeres. Añade que me lleve una toalla y lo necesario para mi cuidado personal. ¡¡¡¿...?!!!

Hace unos años frecuentaba un taller de poesía encuadrado en un espacio político/feminista. Empecé a ir por la cosa literaria, por compartir mis escritos con otras personas -independientemente de que fueran mujeres u hombres- aprender técnica poética y someterme a la crítica, que siempre es saludable. Pero lo dejé porque me mareaba el aroma a bollería que flotaba en el ambiente y porque al final, todos esos ghetos cerrados que van de modernos respiran una moralina cursi que me recuerda al colegio de monjas. No tengo nada contra esa opción sexual ni contra ninguna otra, siempre que no se haga proselitismo ni se trate de impregnar con ella cualquier actividad.

Y no sé si estoy muy de acuerdo en eso de que haya que eliminar el sufrimiento de nuestra vida. Estamos hechos de luces y sombras, de grandezas y miserias. Lo que hemos vivido conforma nuestra propia materia, lo que hace que seamos como somos; seguramente, sin sombras y sin miserias seríamos otros, puede que más felices pero, sin duda, menos humanos. Y, por otra parte, a veces el dolor es la única huella que nos queda de algunas zonas de nuestro pasado que ni podemos ni queremos hacer que desaparezcan.

Otra cosa sería que pudiéramos eliminar la causa del dolor. Pero me temo que eso ni con el tantra.

jueves, 19 de abril de 2007

CONGENITAL INSENSITIVITY TO PAIN WITH ANHIDROSIS (CIPA)

Ayer, viendo House, me enteré de lo que era eso. Una enfermedad que hace insensible al dolor a quien la padece.

Ayer, escuchando a las víctimas que declararon en el juicio, volví a enmudecer como hace tres años. Igual que aquella mañana, volví a oír las sirenas, otra vez se me agarró un puño apretándome las vísceras y otra vez las lágrimas me nublaron la vista. Y yo no estuve allí ni perdí a nadie cercano. Yo sólo soy una madrileña más, que iba al trabajo a las ocho menos veinte de la mañana de aquel once de marzo. Sin embargo ayer, los timbres de los móviles -tono, politono- volvieron a resonar en mis oídos, gritando entre los hierros retorcidos.

Un baile de sonánbulos
, es la descripción que utilizó Miguel Utrera, un chico de dieciocho años que salió despedido a la otra punta del vagón y que todavía sufre importantes secuelas físicas. De las psíquicas, para qué hablar. Nadie miraba a nadie, todos miraban a la nada. Pronunciaba entrecortadamente, no sólo por la emoción, sino porque ahora su cerebro necesita más tiempo para dar órdenes a su voz y su voz para cumplirlas.

Las personas normales sentimos el dolor; la piel nos avisa si nos quemamos, las náuseas nos encogen el estómago; son síntomas, alarmas que a veces sirven para prevenir males mayores. Pero el que padece CIPA en el alma no puede evitar otros males mucho más dañinos, como el cancer del rencor que invade el organismo entero y genera la mentira, la falta de respeto a las víctimas y la manipulación.

domingo, 15 de abril de 2007

LA FAMILIA Y OTROS ANIMALES

Ayer los niños y, sobre todo, sus padres se tuvieron que tragar su presentación en sociedad. La familia está muy bien y es muy de agradecer que todos celebren la llegada de los chiquitines y que estuvieran deseando conocerlos, pero teniendo en cuenta que somos tropecientos y que Ana y Jesús no duermen -seis biberones en una noche son muchos biberones- y están agotados, es difícil encontrar tiempo y ocasión para atender debidamente a las visitas. De manera que mi hermana tuvo el detalle de organizar una reunión familiar en su casa para que los niños hicieran el paseíllo triunfal y los conocieran todos de golpe. Fue una locura de flashes y exclamaciones, que aquello parecía la alfombra roja de Hollywood. Jaime y Carmen interpretaron su papel a la perfección; posaron sin rechistar, se tomaron sus bibes sin dejar gota, hicieron sus cosas y no dieron un ruido, dormiditos en sus nueces. Así que ya han salido de ese paso, que no era moco de pavo.

Ahora la vida de todos tiene que volver a la normalidad y la suya empezar una rutina lo más tranquila posible para los padres y para los hijos. Yo me retiro a mis cuarteles de primavera, a seguir con la obligación y alguna que otra devoción absolutamente laica; echaré todas las manos que me pidan pero procuraré no resultar una plasta, que comprendo que les apetezca trabajarse entre los dos esta etapa apasionante de su vida.

Hoy ha amanecido un domingo reluciente. La primavera despierta despacio en el Parque del Oeste, todavía no se ve la explosión de color que corresponde a las fechas. Algún árbol empieza a florecer tímidamente y hay manchas blancas de margaritas diminutas en la hierba, pero muchas ramas aún están secas y se respira en el ambiente cierta ambigüedad cromática. Nada contundente. En la entrada del Paseo de Moret, una multitud de sudamericanos -no sé de qué nacionalidad- disfrutaban su día libre juntos. Sonaban ritmos calientes y las mujeres llevaban guisos para compartir. Habían convertido aquel rincón del parque en un trocito de su tierra. Pensé que la integración es una utopía
, que están aquí trabajando y buscándose la vida, pero no sé si hemos conseguido que se sientan en su casa. No tengo muy claro que les hayamos ofrecido otro tipo de relación que no sea la laboral. En la rama de un árbol, un pájaro verde y amarillo, también inmigrante, miraba desde arriba a las castizas urracas y a los mirlos, que ninguno era blanco.

He terminado el domingo viendo la estremecedora película INVISIBLES, que ha producido Javier Bardem para que nos enteremos de lo que vale un peine y dejemos de inventarnos problemas absurdos. Me he preguntado qué habré hecho yo para merecer nacer donde he nacido y vivir donde vivo. He visto niños de la edad que tenía mi hijo Jaime, que apenas podían cargar con el fusil, forzados a matar. Heridos de muerte en el alma. Mujeres violadas una y otra vez, bellos rostros eternamente tristes. Ojos que miran desde la profundidad del dolor.

Y me ha dado mucha rabia que aquí en España, en vez de valorar lo que tenemos, estemos fabricando excusas para odiarnos.

jueves, 12 de abril de 2007

¡YA ESTÁ EN CASA!

Sí, Jaime ya está en casa. Nada más llegar ha conseguido que su hermana, que es una miniatura sonrosada, parezca una niña grande. Sus padres le han metido en la cuna de Carmen para que se reconocieran y se volvieran a tocar, como antes de esta separación. Carmen, dormida, estiró un brazo y le largó un directo a la mandíbula. Ya empezamos a empezar, Cock. No tengo nada que decir, para mí nunca estuvo más claro aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Las palabras ponedlas vosotros, si podéis. Yo me siento incapaz.

Viendo estas fotos entenderéis que prefiera hablar de ellos que de Angel Acebes. Todo lo que está pasando en el juicio de la Casa de Campo, cómo se están quedando con las vergüenzas al aire los que nos mintieron entonces -y desde entonces vienen envenenando el aire- lo estoy oyendo como quien oye llover. Pero como una lluvia torrencial y limpia, de tormenta, que deja el aire transparente y oliendo a tierra mojada. Que deja el mundo a estrenar. Yo sé que la verdad no cierra las heridas, que los que perdieron a sus hijos, a sus padres, a sus parejas, los perdieron; y sólo podemos ofrecerles nuestra solidaridad y nuestro dolor, tan humilde, tan mínimo, tan insignificante al lado del suyo. Pero la verdad limpia la atmósfera. A lo mejor podemos empezar a respirar. Aunque lo dudo, porque ellos utilizan la antigua táctica:


-Y tú ¿qué hiciste cuando tu mujer te encontró en la cama con otra?
-¿Yo? Negarlo, naturalmente.

Pues eso. Aunque oigamos las declaraciones de aquellos días en la radio, aunque las imágenes salgan en la tele, da lo mismo. Negarlo.

Entre biberón y pañal, entre pañal y biberón he oído una noticia que ha pasado casi desapercibida; también la he leído en algún rincón escondido del periódico. Resulta que ahora Rajoy le está tirando los tejos a Artur Mas, por si acaso fuera menester una alianza que, por supuesto, sellarían con cava catalán. Aún no hemos tirado los periódicos al contenedor azul, de reciclaje de papel, cuando las manifestaciones del PP contra el estatut ya no tienen vigencia. ¿Y la recogida de firmas por toda España? ¿Qué pensarán de sus líderes todos los que firmaron, que serán los mismos que fueron a las manifas? Y hace dos días que los magistrados del Constitucional, independientes del Partido Popular, recusaron a otro magistrado para evaluar la constitucionalidad del jodío estatut. Debe ser que el texto les parecía poco avanzado, que querían Mas. Me moriría de risa si no fuera para llorar.

Yo, me vais a perdonar, pero no tengo cuerpo pa esto. Necesito todas mis energías para esos niños que tenéis ahí arriba. Y para asimilar que mi hija tiene dos muñecos pero se ha hecho mayor.

Los he separado porque se pegaban. Como véis, Carmen ha tomado posesión de sus dominios rosas a todo lo ancho. Anda que está incómoda la niña, acoquinadito tenía a su hermano.

lunes, 9 de abril de 2007

UNA CIERTA MELANCOLÍA

Llueve. Los limpiaparabrisas apenas dan abasto para retirar el agua del cristal. En la radio hablan de ciento seis muertos en la Semana Santa. Ciento seis. No tienen nombre ni rostro, aquí lo que importa es que no sean más que el año pasado, con uno menos nos conformamos. No vayan a volverse también contra el Gobierno. Pero en España hay ciento seis familias anónimas llorando. Por la carretera de la Coruña, una lenta procesión de luces rojas va hacia Madrid. En sentido contrario, una lenta procesión de luces blancas se dirige a sus casas en esas ciudades dormitorio del noroeste, cansados, soñando con llegar y quitarse la corbata.

En la radio hablan de más cosas. En el País Vasco sigue activo el polvorín y sentimos que en cualquier momento, en cualquier lugar, puede estallar la bomba del dolor. Esta maldita sensación de estar pendientes de esos hijos de puta ¡pero qué coño quieren! ¿Es que no nos van a dejar nunca vivir tranquilos nuestra propia infelicidad? Tengo la edad que tengo y casi no recuerdo haber vivido sin esta amenaza absurda. Frases hechas, cinismo, entelequias que no le importan a nadie más que a cuatro locos que nos están jodiendo la vida. Quiero pensar en mis nietos, en esos dos niños diminutos que acaban de llegar. Quiero preocuparme de Jaime, ganando treinta gramos cada día en su cunita del hospital para poder ir a casa y que su hermana no le saque demasiada ventaja. Quiero ver a Marcos meterse en los charcos de la Alameda y a Paloma crecer con sus piernas largas y su pelo rubio, aprendiendo a tocar el piano. Quiero que me dejen sufrir, disfrutar, amar en paz. Quiero ocuparme de cosas reales.

En la radio siguen hablando de más cosas. De un tal Díaz de Mera que presionó a un comisario para que dijera no sé qué. Más mentiras, más mierda. ¡Por favor, que dejen a cada uno con sus muertos, que bastante tienen con lo suyo! Pero no; por lo visto, los muertos están más o menos muertos según sea éste o aquel asesino.

Llueve. Llego a casa muy cansada. Carmen está hecha una flor vestida de rosa. Jaime extiende sus manitas y yo estoy deseando abrazarle. A ver cuánto pesa mañana.

domingo, 8 de abril de 2007

VIERNES SANTO

Hoy, gris domingo de resurrección, he resucitado en mi casa con un día por delante de los que me gustan: sin nada que hacer ni reloj que mirar. Debo decir que este año la Semana Santa ha pasado por mí -o yo he transitado por ella- sin apenas enterarme de fervores ni folklores. Muy distinta de la del año pasado, que en Cádiz me sumergí en variopintas procesiones de cigarreras y capuchones. Estos días he estado ayudando a Ana como he podido en su nueva condición de madre a dos bandas, repartiéndose entre Carmen, que cumple su obligación de engordar a plena satisfacción y Jaime, que ahí anda el hombre, aquilatando cada gramo que gana como si de oro se tratara, pues de su peso depende que le den la condicional y vaya a casa a recibir todos los achuchones y besitos que le estamos guardando. A los familiares que no somos sus padres, sólo nos permiten mirarle un cuarto de hora al día, sin alargar nuestras sucias manos a su cuna, no vayamos a infectarle de cariño o algo. Yo lo paso fatal cada vez que voy, me muero de ganas de cogerle en brazos y decirle que aquí está su abuela para lo que guste mandar. Ana tiene los altibajos normales, entre el llanto y la alegría; entre el trasiego que lleva y las secuelas físicas del parto, pero todo marcha bien.

El viernes fui a Sigüenza. Mi amiga Chines tiene una conocida neozelandesa que
quiere comprarse una casa en algún lugar de campo próximo a Madrid y había encontrado en internet un anuncio de una que decía que estaba en Bujarrabal, a las afueras de Sigüenza. Me pidió información de la zona y fuimos a verla. Bujarrabal es un pueblito en medio de la nada del campo castellano, que está muy bien para perderse unos días con un amor -ya sea estructural o coyuntural, que diría un amigo mío- pero que para vivir allí tiene más de uno y más de dos inconvenientes, desde los catorce grados bajo cero que puede alcanzar en invierno hasta la ausencia total de una tienda donde comprar lo más indispensable, con lo que Rose, la neozelandesa, lo descartó. Pero yo, que no iba con esos intereses, me estremecí una vez más contemplando la inmensidad de la llanura alfombrada de verde, mezclándose en el horizonte con el gris amenazante de las nubes, y empapándome de silencio, sólo roto a lo lejos por algún tren que nos traía la imagen imprecisa de la civilización.

Comimos un menú impropio del Viernes Santo, en Saúca, pueblo mucho más famoso por los huevos fritos con lomo de olla de El Goyo que por el mágnífico claustro románico de su iglesia, uno de los muchísimos tesoros desconocidos que esconde nuestra geografía más rural. No sé si somos conscientes de tanta maravilla.

Siguenza, en cambio, estaba insoportable, tomada al asalto por el turismo, atestada de gentes vociferantes; los "armaos" andaban por allí de copas con su traje procesional y en los bares no cabía un alma. Saludos rápidos a algunos conocidos y visita al casco antiguo, castillo y catedral, para enseñárselo a mis acompañantes. Pero no era mi Sigüenza, austera y señorial. La multitud, cámara en ristre, que profanaba las Travesañas, despertó mis odios más ancestrales, como si toda esa gente hubiera penetrado en mi casa sin permiso. La explanada del Castillo era un mar metálico, abigarrado de coches. Hice una foto a las almenas y le dije adiós, amigo, vendré en otro momento, cuando nos dejen a solas.

miércoles, 4 de abril de 2007

NIÑOS

El año 1992, año de olimpiadas y de exposición universal, año triunfal para España, para mí fue el "annus horribilis". Empezó en febrero con la muerte de mi padre, dolorosa pero previsible y, digamos que dentro de la lógica de la cronología, y terminó en septiembre con la muerte de mi hijo Jaime, de ocho años, fuera de cualquier lógica y de cualquier cronología, que se llevó todas las lágrimas que le hubieran correspondido a mi padre. Se llevó todas las lágrimas que le hubieran correspondido al mundo. Lo que tiene la muerte es que es para siempre, es lo único que nos hace comprender el significado de la palabra SIEMPRE. Siempre sin su risa, siempre sin sus enfados, siempre sin su jo, mamá. SIEMPRE. Tengo poca tendencia a lo sobrenatural, pero estaba dispuesta a creer hasta en los arcángeles si existía la posibilidad de volver a abrazar a Jaime.

Tres años más tarde, me hice socia de INTERVIDA, solicitando el apadrinamiento de una niña. Pedí niña porque en los paises desfavorecidos siempre son más desfavorecidas, si cabe, las mujeres. Lo cierto es que pasaron los meses y me olvidé sin haber recibido ninguna respuesta. Y de pronto un día me llegó un sobre de la Fundación. Contenía una carta y la foto de un niño guatemalteco de tres años, un indito precioso que se llamaba Roni Francisco Guarchaj Guachiac, con sus datos personales. Era mi apadrinado o amadrinado, más bien.

Roni Francisco, según los datos que me enviaron, había nacido el 19 de septiembre de 1992, el día que murió Jaime. Hay dos sentimientos que pueden hacer perder la razón, o la capacidad de pensar con más o menos racionalidad. Uno es el enamoramiento y otro es el dolor; en mi caso era el dolor. Aquel niño desconocido se convirtió en algo muy importante para mí. La organización me enviaba periódicamente dibujos suyos, felicitaciones de Navidad, sus supuestos progresos escolares; aprendió a escribir y recibí alguna cartita ingenua con letra infantil. Llegué a esperar con una cierta ansiedad esos envíos. Al mismo tiempo me prohibían dirigirme a él directamente ni mandarle regalos, cualquier contacto debía ser a través de INTERVIDA.

Los envíos se fueron distanciando, al principio eran trimestrales, luego anuales y más tarde uno cada mil años. Pero las cuotas me las han cobrado puntualmente todos los meses. Roni Francisco va a cumplir quince años, los mismos que hará en septiembre de la muerte de mi hijo.

Hace unos días recibí una carta de INTERVIDA en la que me comunican que Roni Francisco Guarchaj Guachiac ha finalizado su etapa escolar primaria -lógico, tiene catorce años, si es que existe- y que "ha emigrado a otras comunidades" (sic). Aprovechando el viaje y para que siga colaborando, me envían la foto de un niño filipino guapísimo, nacido en 1999 que se llama Jimmar Ferrer Macandog, hijo de un tal ¡Jaime! y una tal ¡Marta! ¡¡¡Los nombres de dos de mis hijos!!! Me estoy volviendo paranoica.

La fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña investiga a INTERVIDA por supuestas desviaciones del dinero destinado a apadrinamiento de niños en países desfavorecidos a "un grupo empresarial regido por los principios del beneficio económico" (otra vez sic), que incluye empresas tales como Genéricos Farma Ahorro, Roure Construcciones, Argentaria Inmobiliaria, Industria General de Productos Alimenticios, Consultoría Latina de Servicios Legales y Genéricos Corporación Medicamentos.

Hoy tengo otro Jaime en mi vida, muy pequeñito pero es de verdad. Tiene su cunita preparada junto a la de Carmen. Su piel, como la de su hermana, es droga dura. Crea una peligrosa adicción, os lo prometo.