viernes, 12 de abril de 2019

REFUGIO

Es tan duro vivir, cariño mío,
tan ásperos los días y sus luchas,
tan pálida la luz de la belleza
y tan inapelables las derrotas

que a veces no me queda más salida
que refugiarme en ti sin que lo sepas,
utilizar tu nombre a espaldas tuyas,
abusar de tu voz y de tu imagen
a escondidas de ti y de tu mirada

para que me florezca un verso o una risa,
un intento de fe en mis semejantes,
un poco de esperanza
en que quizá es posible la dulzura.

lunes, 8 de abril de 2019

HÉROES

Nunca jamás saltamos
un muro coronado de cuchillas
ni cruzamos a nado los océanos
ni escalamos la cima
de ningún ochomil
ni tampoco bajamos
al centro de la tierra.

Tan solo acometimos
la inmensa heroicidad
de quedarnos mirando
cómo nuestras figuras se alejaban,
se hacían cada vez más pequeñitas,
cada vez más borrosas y más tristes.
Cada vez más extrañas.

sábado, 6 de abril de 2019

OLVIDO

Lo he intentado, mi amor, con toda el alma,
he querido olvidarte y no he podido,
he mirado a otra parte,
he apretado los puños y los dientes,
casi hasta hacerme daño,
cada vez que tu nombre me asaltaba,
cada vez que tu imagen renacía
de mis propias cenizas,
cada vez que tu voz repetía en mi oído
esas cosas que nunca me dijiste.

He querido reír, emborracharme,
perderme en espejismos imposibles,
inventarme una vida en la que no estuvieras,
y ya no se me ocurre qué mágica terapia
lograría borrarme tu recuerdo,
qué droga milagrosa tendría que fumar
para huir de tu sombra y devolverme
la paz, anestesiarme y morir otra vez
plácidamente
en el dulce vacío de tu ausencia.

LA BUENA EDUCACIÓN

Me trago las palabras, me comporto
civilizadamente, sin saltarme
las más elementales reglas de urbanidad.
Correcta, pero un punto distante, indiferente,
casi, casi antipática.

No te digo te quiero
ni que te echo de menos cada día
que pasa sin saberte, me pregunto
si es que ya lo olvidaste. Tu silencio
me hiere como un dardo envenenado.

Y sigo sonriendo tontamente
si alguna vez te encuentro
te beso en la mejilla sin mirarte,
sin abrirte los labios
y clavarte la lengua en el recuerdo.

Y sigo sonriendo tontamente
y te abrazo flojito
sin que apenas te roce la curva de mi pecho
en lugar de incrustarme
en la sima profunda de tus brazos.

Menos mal que mis padres
me dieron una buena educación.