miércoles, 27 de febrero de 2008

LA NIÑA

A mi es que se me saltaban las lágrimas, se me hizo un nudo en la garganta que es que no podía pronunciar palabra porque hubiera roto en llanto allí mismo, con mis amigos delante y me daba mucha vergüenza.

Ya veía yo a mis nietas, Palomita, Carmen y Almudena, hablando idiomas y paseando por el mundo como heraldas de la libertad y de los derechos humanos; y todo ello con un par, a base de esfuerzo, como debe ser, no como los chicos Marcos y Jaime que lo habrán tenido todo fácil y así no se aprende. Ellas se harán mujeres en un país sensato, gobernado por un partido que recurrió la ley de igualdad, una absurda ley del malhadado anterior gobierno socialista, que nada menos pretendía que las mujeres ganaran el mismo sueldo que los hombres con igual empleo, que se pudieran promocionar en sus trabajos hasta que los consejos de administración estuvieran integrados por un número similar de mujeres y de hombres, cuándo se habrá visto semejante locura. Una inviable y disparatada ley de igualdad que concedió a los padres quince días de baja paternal -¡quince días, qué pasada!- para que participaran de los primeros momentos de su hijo; eso es muy fácil decirlo, pero a ver como iban a prescindir de ellos sus empresas, igual los tenía que sustituir una mujer durante todo ese tiempo y la empresa se iba a pique, que una cosa es hacer leyes y otra la vida real.

-Y es que, mira, nos pongamos como nos pongamos, iguales no somos, que el niño se pone malo o falta la asistenta y yo me tengo que quedar en casa; no va a dejar mi marido de ir a comer con un cliente importantísimo, eso son cosas que no se pueden dejar. Yo lo entiendo, tía, que la empresa no tiene la culpa de que yo me quede embarazada; y, claro, me han quitado el proyecto en el que llevo trabajando cuatro años porque ahora, cuando tenga el niño, me voy a quedar en casa dieciséis semanas y es lógico. Se lo han dado a un compañero que su mujer también va a tener un niño, pero él renuncia a sus quince días porque lo primero es lo primero. Yo le he proporcionado toda la documentación de estos años y seguro que lo va a hacer fenomenal. Y a mí, cuando vuelva de la baja ya me darán otra cosa, algo que me deje tiempo libre para poder compaginar.

Y además me emocioné pensando que, gracias al gobierno del PP, Paloma, Carmen y Almudena podrán vivir en un chalet adosado ideal, construido en una zona preciosa que ahora es un pinar desaprovechado y que gracias al gobierno de Esperanza Aguirre -que, para suerte de todos todavía seguirá siendo presidenta de la Comunidad de Madrid- etonces se habrá convertido en una urba divina de la muerte, con campo de golf; y también tendrán una asistenta marroquí que se habrá adaptado a nuestras costumbres, o sea que los fines de semana hará botellón hasta las seis de la mañana como cualquier chica española, en lugar de andar por ahí como ahora, provocando a la gente con su hiyab, el trapo ese que se ponen las moras en la cabeza y que nos trae tantos problemas de convivencia, que yo es que no vivo pensando en el dichoso pañuelo. Y dejarán a sus niños en el parque con una chica normal, con buena pinta, mientras ellas se toman unas cañas y unos boquerones en vinagre como Dios manda, porque digo yo que para entonces ya habrán aprendido los camareros sudacas a servirlos con eficacia.

martes, 26 de febrero de 2008

El rojo que gritó ¡¡¡ESPAÑA!!!

A veces da mucho gusto equivocarse y a mí me ha encantado patinar en mi pronóstico de que no se lo iban a dar. Porque, a pesar de sus palabras comparando al asesino desalmado Antón Chigurh con George Bush, se lo han dado para orgullo y regocijo, quiero pensar que de todos los españoles; ¿o no de todos?.

Porque este pedazo de actor, este hombre de rostro tan imposible que se va guardando dentro todos los rostros de sus personajes, este prodigio de energía que se llama Javier Bardem, se subió al escenario del Kodak Theatre y, tragándose el puntito de emoción que se asomaba a su cara de bruto, nos conmovió a todos -¿a todos?- cuando, después de dedicárselo a su madre la insobornable Pilar Bardem, a toda su gloriosa familia y a tantos y tantos magníficos actores que ha dado el cine español, dijo eso de ¡Esto es para España!

Y es que este titiritero, rojo impenitente, que encabezó todas las manifestaciones y se quedó ronco gritando contra la guerra de Irak, resulta que ama a su país y se enorgullece de sus raices. Lo dice Carlos Boyero hoy en El País: "También posee frescura su dedicatoria al recibir la estatua, la transgresión del anatemizado rojeras al pronunciar con desarmante naturalidad la palabra España, de la que se han apropiado ancestralmente la abominable raza de los meapilas patrioteros". Ahí queda eso

domingo, 24 de febrero de 2008

Y QUÉ DECIR DE LAS MIMOSAS...

... y el arte que se dan para apropiarse del sol y concentrarlo en bolitas como gotas de miel, que es que les da lo mismo que esté nublado o llueva; no se cortan un pelo con su traje amarillo y encima ese olor que es un insulto a la tristeza.

Porque tanta belleza junta casi no se puede soportar a solas, nos trae todas las ausencias de golpe, las temporales y las definitivas y, mirándola, estamos más solos que nunca.

Porque es un contradiós no poder compartirla, qué diablos hago aquí ante esta maravilla, emborrachándome de vida, bebiendo en solitario este licor afrodisiaco, sacándome de quicio los sentidos...

Porque no viene a cuento que quizá en otros parques, lejos, quién sabe dónde, alguien me eche de menos mirando otras mimosas como estas y se emborrache con su aroma, también solo.

miércoles, 20 de febrero de 2008

OTRAS COSAS

Cuando se escribe un post sobre un hecho puntual como el anterior, conviene publicar otro enseguida porque si no, se queda colgado como en algunos pueblos se quedan las luces y las guirnaldas de las fiestas del patrón cuando ya no vienen a cuento, cubiertas de polvo y de desamparo. Y esa manifestación tuvo su momento de gloria el sábado, pero a estas alturas está pasada de moda. Así que vamos a empujarla al abismo virtual y que les vayan dando a esos energúmenos.

Es mejor escribir sobre los prunos de los parques, que es un tema que estará vigente durante un mes por lo menos; los hay que tienen prisa por lucir sus galas primaverales entre las ramas leñosas y ponen el suelo perdidito de pétalos; aunque los días están oscuros y levemente lluviosos, nos alegran el ojo a los currantes madrugadores que tanto le gustamos a Rajoy.

De cualquier cosa menos de la campaña de marras, creo que voy a dejar de leer periódicos y de escuchar la radio. Al fin y al cabo el día diez de marzo no sé en cuál de las dos Españas me encontraré, si en la de los cabreados o en la de los eufóricos pero, pase lo que pase, será un estado fugaz; la euforia -en su caso- me durará poco más que la resaca y, si caigo en el lado de los perdedores, el cabreo se prolongará como mucho una semana; luego continuaré viviendo con las cosas que importan, a saber: mis hijos, mis nietos, mi madre, mis amigos, mi conciencia, ponedlo en el órden que queráis que no se alterará el producto. Seguiré haciendo equilibrios en la cuerda floja de los números rojos, desnudando a un santo para vestir otro y tratando de agarrar por los pelos todas las ocasiones de ser feliz que se me presenten, algunas de ellas calvas.

Aunque parezca mentira existe vida detrás de la campaña electoral e incluso detrás de las elecciones, sólo hay que hacerle un hueco. Y además de los constantes mítines, concentraciones de apoyo o de repulsa a unos o a otros, debates y demás circos propios de la época comicial, sigue habiendo miradas en las que vernos reflejados, amigos capaces de aguantarnos, discos de Louis Armstrong, libros que leer y algunos hasta que releer, como acabo de hacer con Retrato del artista en 1956, un delicioso diario de Jaime Gil de Biedma que parece mentira que esté escrito por un chaval de veintiséis años; rezuma inteligencia, sensibilidad, ironía, sentido crítico y un cáustico cinismo. Dice cosas como ésta: Puede que los españoles no amemos la verdad, pero tampoco es bueno amarla tanto como para querer apropiársela toda. Pues eso.

domingo, 17 de febrero de 2008

TARDE DE SÁBADO

Ayer quedé con Chines y Rose para ver "No es país para viejos", película que recomiendo encarecidamente a todos los amantes del cine y a los amantes en general. Bardem está repugnantemente inmenso o inmensamente repugnante, no sé cómo decirlo; el caso es que construye de forma magistral un personaje vomitivo, demostrando una vez más su capacidad interpretativa, su versatilidad y el pedazo de actor que es. En el otro extremo de la condición humana, Tomy Lee Jones no le va a la zaga dando vida al sheriff Bell, un policía a punto de jubilarse al que los años de profesión no han logrado endurecer. Película tremenda de las que en algunos momentos mantiene al patio de de butacas sin respirar.

Antes nos tomamos un café amenizado por una manifestación de damnificados por el timo de la estampita -nunca mejor dicho- de
AFINSA y FORUM FILATÉLICO que discurría Princesa abajo. A estos señores yo los puedo comprender como a cualquiera que haya invertido sus ahorros en lo que sea y haya visto como se evaporan, es una putada. Pero de ahí a que se concentren en Madrid, en vísperas de elecciones generales, insultando -¡cómo no!- a Zapatero con pareados tan sutiles como "¿Dónde está nuestro dinero? en el bolsillo de Zapatero", va un abismo y, en mi opinión, sólo por eso pierden toda la razón que les pudiera asistir. Con la bandera española en medio de la mani, que es que la bandera española lo mismo sirve para un roto que para un descosido, iban cubiertos de arriba a abajo con carteles, pasquines y pegatinas contra un gobierno -y especialmente contra su Presidente, como en todas las manis con que nos hemos entretenido durante los últimos cuatro años- que accedió al poder muchos años después de que ellos compraran duros a peseta y que lo único que ha hecho es detener un fraude que el Partido Popular contempló impasible durante los ocho años que estuvo en el poder; sin embargo, ahora también quiere pescar en estas procelosas aguas, tanto es así que la manifestación terminó en la Plaza de España con la lectura de una carta en la que se compromete, caso de ganar -lagarto, lagarto- a restituirles hasta el último euro a cargo del erario público. Digo yo que quizá me deberían preguntar a mí, que no tengo un duro para invertir en bienes tangibles ni de los otros, si soy tan buena gente y tan solidaria como para estar dispuesta a que los impuestos que se detraen de mi nómina se dediquen a indemnizar a unos señores muy listos que, a la hora de invertir, asumieron unos riesgos aparejados al prometido beneficio, para lo cual no me pidieron mi opinión, y que no tenía yo noticia de que en sus planes de futuro entrara repartir conmigo sus ganancias. Yo es que me pasmo, oyes.

Me pillé un rebote regular y despotriqué en voz alta lo que quise en medio de la cafetería atestada de manifestantes, sin que ninguno dijera estabocaesmía, una vez desgajados del núcleo protector de la manifa.

Por la noche, para que Ana y Jesús salieran un rato, que falta les hace, me fui a cuidar a los gemelos, que dormían plácidamente en sus cunas sin más bienes tangibles que sus chupetes.

viernes, 15 de febrero de 2008

POORISM

Para que el humo de las mezquindades de la campaña electoral española no ciegue por completo nuestros ojos:

EL ZOOLÓGICO DE LOS RICOS. En su búsqueda de una experiencia “auténtica”, como si se tratara de un deporte de riesgo, circulan por los barrios más empobrecidos de las grandes ciudades. Muchas veces lo hacen en jeeps camuflados y no es extraño que los habitantes de estas zonas sientan que están en un zoológico humano. El denominado poorism convierte, de manera vergonzosa, la pobreza que sufren cada día millones de personas en un próspero negocio. El Favela Tour fue el punto de partida. Turistas europeos y norteamericanos visitan desde hace quince años las favelas de Río de Janeiro. Por unos 60 dólares consiguen su visita guiada con historias de robos, de narcotráfico, de policías corruptos y otras de estos lugares, donde vive un tercio de la población y donde entre 2002 y 2006 el número de niños asesinados duplicó al de niños muertos en la franja de Gaza. Pero la miseria no es un impedimento para los negocios de estas empresas. Al contrario, la han convertido en su gran baza. El ejemplo más claro es el tour por Rocinha, el barrio de barracas más grande de América Latina. Si al principio lo visitaban unas 15 personas al día, ahora cuenta con miles de turistas cada semana que se deleitan con una realidad que para ellos no es más que un espectáculo. Lo más preocupante es que este modelo de turismo se está expandiendo. En 2005 comenzó en Buenos Aires el Villa Tour, que anima al turista a sobrevivir durante una noche en zonas conflictivas, como la villa 31. Estos servicios se promocionan también en Sudáfrica, India y México, e incluso en ciudades de países industrializados como Holanda y Estados Unidos. Hay otras modalidades de “reality tours”: los organizados en Tailandia y Sri Lanka tras el Tsunami en 2004, o los que llevaron a muchos turistas a visitar Nueva Orleáns tras el huracán Katrina en 2005. En Sierra Leona hay viajes por zonas restringidas cuyo atractivo reside en la posibilidad de ver explosiones en directo. Y a estos se suma el llamado “turismo piquetero”: algunos jóvenes europeos permanecen durante unos días en Argentina con una familia de piqueteros para vivir las protestas. Son las múltiples caras del turismo de pobreza que las agencias justifican como una buena forma de ayudar a estos barrios. Aseguran a los turistas que el dinero recaudado será destinado a fundaciones benéficas para proyectos sociales. En cambio, la mayoría de las veces se trata de una farsa y, cuando hay ayudas, éstas no suelen superar el 4% de los beneficios, según un estudio de la Brock University canadiense. Las fundaciones comprueban entonces que la promesa es, como mucho, el falso compromiso con el que guardar las apariencias. Otro argumento muy defendido por los promotores del poorism es que fomenta la sensibilización respecto a la pobreza; sin embargo, uno se pregunta cómo puede hacerlo si su principal motor es la perversa curiosidad de quienes sólo buscan un espectáculo similar a los que ven día a día en televisión. Como Secret Millonaire, un reality show que la cadena británica Channel 4 emite.Cinco millonarios jugarán a vivir durante diez días en barrios marginales ingleses con el subsidio de desempleo. El periódico inglés The Guardian publicó un reportaje muy revelador sobre el poorism en Nueva Delhi. “Aquí es donde viven los niños de la calle”, explicaba una guía a los turistas mientras sonreía. “No sé por qué la gente viene y nos mira”, se preguntaba Babloo, de unos diez años, poco después. La pobreza es el resultado de un sistema injusto del que somos partícipes y, por tanto, responsables. Todos deberíamos luchar contra ella y, del mismo modo, nadie debería sentirse tan ajeno como para ser un simple mirón y contemplarla sin inmutarse.

Autor: José A. Fernández Carrasco.

miércoles, 13 de febrero de 2008

LOS PANIAGUADOS

Excelentísimo e ilustrísimo señor rector de la Universidad Complutense;
Excelentísimas e ilustrísimas autoridades académicas;
Excelentísimos e ilustrísimos todos;
Amigas y amigos:
Antes que nada, quiero agradecer esta distinción con la que me honran.
Aunque mi amigo Rafael Azcona sostiene la teoría de que los premios han de ser secretos y fuertemente dotados, este es distinto y especialmente agradable, porque es uno de los que podré presumir ante mis hijas y mis paisanos: ya saben que a los catalanes no hay cosa que nos guste más que ganar en Madrid.
Además, debo confesarles que me gustan las razones que se argumentan para concederme hoy este honor. Se desprende de ellas que les caigo bien y que ha sido un amigo el que ha montado este festejo.
Según palabras de otro buen amigo, José Luis García Sánchez, se ponen ustedes tan estupendos en los méritos considerados, que la distinción, según él, casi sabe a poco; y añade que, de ser verdaderos tales méritos, me debían, además, hacer duque de Poble Sec y regalarme una vajilla de doce servicios. Incluso concluye que ustedes no encontrarían descabellado que, en un ataque de vanidad, le hiciese una OPA a Joaquín Sabina.
Probablemente, las virtudes que se me atribuyen son algo exageradas. Pero digo yo que no habré sido un arbusto tan torcido cuando me han dado el birrete. Quizá la forma más coherente de agradecer este honor fuera el componer para ustedes una copla del tipo ‘Birrete, ay, mi birrete...”, de rima agradecida, aunque un poco fuera de lugar.
Bromas aparte, ahora espero que entiendan y respeten mi derecho a defenderme de tanto halago.
Yo aprendí el oficio de hacer canciones y cantar de otros que antes lo aprendieron de otros, y me hace feliz pensar que tal vez con mi trabajo he podido ayudar al aprendizaje de los que siguen.
Si he contribuido poética y musicalmente a dignificar la canción, me parece fantástico que ustedes, contemporáneos míos, me lo hagan saber y me siento muy halagado de que me lo agradezcan.
La gratitud no es una virtud frecuente; más bien lo contrario. La historia está llena de hombres que mucho han contribuido en este u otro aspecto de la vida y que no han recibido a cambio más que el desprecio y la ingratitud de sus contemporáneos, aunque coincidirán conmigo en que un hombre que disfruta del privilegio de dedicarse a una profesión que le hace feliz, que hace lo que le gusta hacer, que le pagan por hacerlo y que además constantemente percibe que la gente le quiere, más que un mérito tiene una bendición. Y este es mi caso.
También me alegra que conste entre los méritos que se me atribuyen el de haber contribuido a la difusión de la obra de grandes poetas españoles, pero les confieso que, al musicar poemas de Antonio Machado, de Miguel Hernández y de otros maestros, no era exactamente esa mi intención. Lo hice porque sus poemas me conmovieron. Lo hice siguiendo el camino de otros que lo hicieron antes que yo, como Paco Ibáñez, como Raimón, como Alberto Cortez y algún otro más. Lo hice porque los versos sonaban a canciones. Canciones bellas e inteligentes que a mí me hubiese gustado escribir. No sé si ellos, los grandes musicados, estarán de acuerdo con lo que se ha hecho con su obra, ni con lo que se ha dicho aquí al respecto. Realmente seria interesante conocer su opinión.
En mi defensa les diré que una de las mayores satisfacciones que tuve cuando grabé aquellas canciones con versos de Antonio Machado fue una carta del gremio de libreros de Madrid en la que se me agradecía, después del éxito del disco, mi contribución a que las ventas de los libros del poeta se multiplicaran.
Decía Xavier Regás, afamado crítico teatral barcelonés y padre de amigos tan entrañables como Oriol, Xavier, Georgina y Rosa Regás, que un hombre culto en Barcelona, allá por los 70, era aquel que conocía la existencia de Antonio Machado antes de que Serrat hubiese puesto música a algunos de sus poemas.
No le faltaba razón. He conocido a alguno que discutía de Machado sin haber leído jamás un poema suyo, solo porque había oído el disco: opinaban de la película y solo habían visto el trailer.
La carta del gremio de libreros tranquilizó mi conciencia, en el sentido de que mi trabajo tal vez sirvió para algo más que para darle una capa de pintura a la ignorancia.
También me gusta la idea de haber contribuido a normalizar el catalán o, mejor dicho, a devolver la normalidad al catalán. Aunque en mi caso no hay que darle mucha importancia porque, aparte de ser catalán, ejerzo de tal, y para mí expresarme en catalán ha sido algo tan natural como que crezcan las uñas. Si hay que agradecer a alguien su contribución a la normalización del catalán, hagámoslo con quienes han peleado por defender el derecho propio o ajeno, sobre todo el derecho ajeno, por devolver la normalidad a una lengua y una cultura que solo la intolerancia, la ignorancia y el rencor marginaron. Soy bilingüe, como los reptiles.
Aunque me reconozco catalán, soy mestizo; y, por mi origen, escribir y cantar en castellano es también una manera natural de expresarme a la que no estoy dispuesto a renunciar, de la misma forma como jamás pensé en dejar de escribir y cantar en catalán. Si alguna vez alguien me preguntó en cual de las dos lenguas me expresaba mejor, mi respuesta fue que siempre me expreso más a gusto en la que me prohíben hacerlo.
Tal vez ustedes, al premiarme con este doctorado, han querido contribuir al esclarecimiento de uno de los misterios de la metafísica patriótica o, en términos de Antonio Machín, a resolver el dilema de:
Cómo se pueden tener
dos idiomas a la vez
y no estar loco.
Seguro que en esto habrá quien tenga otro punto de vista tan legítimo como el mío. Pero en lo que supongo que estarán de acuerdo conmigo es en que el hombre, al defender los valores democráticos, al enfrentarse a la discriminación y la intolerancia, al defender la riqueza del pensamiento libre y plural, no hace otra cosa que actuar en defensa propia. Reivindico valores como la libertad y la justicia como un algo único, pues no hay libertad sin justicia, ni justicia sin libertad. Lo hago frente a la preponderancia aplastante del dinero, valor supremo por el que se miden y se valoran las cosas y las gentes.
Reivindico la justicia y la libertad, porque reivindico la vida.
Reivindico a la humanidad en su sentido más amplio.
Reivindico a los humanos y a la naturaleza, que nos acoge y de la que formamos parte.
Reivindico el realismo de soñar en un futuro donde la vida sea mejor y las relaciones más justas, más ricas y positivas, y siempre en paz. Y sobre todo, como un derecho que todo lo condiciona, reivindico el conocimiento como el pilar fundamental que nos sustenta y que nos caracteriza positivamente como especie.
Que esto sea digno de reconocimiento es algo que debería hacernos reflexionar acerca del mundo en que vivimos y de los valores que lo mueven.
Como decía el profesor Casares, cuando hablamos del canto y de quien lo practica hablamos de un arte que ha vertebrado la sociedad.
Yo escribo canciones para expresarme, pero también para comunicarme.
Los argumentos de mis canciones están en mí, pero también están alrededor de mí.
Son lo que yo siento, pero también son lo que me cuentan los demás.
Son lo que yo soy, pero también lo que me gustaría ser.
Son mi realidad, pero también mi fantasía.
Las canciones viven en la memoria personal y colectiva de las gentes.
Las canciones viajan y nos transportan a tiempos y lugares donde tal vez fuimos felices.
Todo momento tiene una banda sonora y todos tenemos nuestra canción, esa canción que se hilvana en la entretela del alma y que uno acaba amando como se ama a sí mismo.
Tal vez alguno de ustedes ahora este pensando: “Por su culpa, Serrat, me casé con el que hoy es mi esposo –o mi señora-… estábamos un atardecer de verano en la playa, cuando empezó a sonar su canción…etcétera…” Por favor: eso no es culpa de mis canciones, sino de sus atardeceres de verano y de sus ímpetus juveniles.
Así son algunas canciones. Personales e intransferibles.
Otras aglutinan un sentimiento común y se convierten en himnos. Entonces dejan de pertenecer al autor para ser de todos.
Me complace que hayan valorado ustedes esta parcela de la poesía que es la canción popular, que, además de algunas otras cosas, es una forma de acceder al conocimiento del mundo. Les puedo jurar que en la composición y en la ejecución de algunas canciones populares hay hallazgos tan definitivos como el teorema de Pitágoras o las virtudes del ácido acetil-salicílico para combatir la cefalea.
Dice el refrán que “quien canta, su mal espanta”. Y es cierto.
Cantando compartes lo que amas y te enfrentas a lo que te incomoda, conjuras los demonios y conviertes sueños en modestas realidades. Yo canto por el gusto de cantar. Cantar me da placer. Por eso, para mí, tener el oficio de cantar es un privilegio. Aparte, siempre te dan mesa en los restaurantes. Estoy seguro de que, por encima de todos los considerandos que se enumeran, esta distinción es el fruto de algo tan simple y preciado como el cariño. Así lo entiendo y lo agradezco.
Si para algo vale la pena vivir es para querer y ser querido. Es lo que mueve mis pasos.
Probablemente, a lo largo de mi vida no haya hecho otra cosa que lo que estoy tratando de hacer ahora mismo: que me quieran mis amigos. Y tener cada vez más. Que es la única acumulación que merece la pena en la vida y por la que no se pagan impuestos.
Muchas gracias.

(Discurso de investidura como Doctor "Honoris Causa" del Excmo Sr. D. Joan Manuel Serrat. 15 de Marzo de 2006)

Joan Manuel Serrat lleva cantando alrededor de cuarenta años, más o menos los mismos que Joaquín Sabina, Victor Manuel o Ana Belén. Miguel Bosé, algunos menos porque es un poco más joven, pero también lleva lo suyo, que era un chaval cuando empezó y ya no cumple los cincuenta, que hasta se nos ha puesto fondón. Durante todos estos años no han parado de trabajar, cosechando éxitos por todo el mundo y dejando en lo más alto el pabellón de España. Las entradas de sus conciertos se agotan desde muchos meses antes de que tengan lugar; como profesionales que son y a base de trabajo, han logrado un reconocimiento mundial y eso conlleva un determinado status. Pero todos ellos viven en España y pagan sus impuestos -que supongo cuantiosos- en su país, que es el nuestro y, casualmente, también el de Rajoy y el de Jiménez Losantos, que tiene haber de todo. No como algún otro cantante, muy aplaudido por el Partido Popular -en concreto por el matrimonio Aznar- que vive en Miami.

Pedro Almodóvar es el director de cine español más internacional y más premiado de la historia y un trabajador incansable que año tras año estrena una peli que pasea por el mundo, dando prestigio al cine español. También vive aquí y también paga sus impuestos en España.

Y qué decir de Concha Velasco, que empezó a los quince y tiene sesenta y ocho esplendorosos años. Lleva cincuenta y tres años en la brecha, sin parar de hacer cine, televisión y teatro, con compañía propia; unas veces con más y otras con menos fortuna. Unas veces ganando dinero y otras jugándose el suyo y perdiéndolo.

A ellos y a Álvaro de Luna y a María Barranco y a Fran Perea y a Sole Giménez y a Gervasio Defer y a otros muchos personajes del mundo del espectáculo, del deporte, de la empresa o de otros muchos campos, a todos ellos que, además de artistas o deportistas o empresarios o intelectuales, son ciudadanos españoles se les niega el derecho a expresar públicamente su apoyo a un determinado candidato a las elecciones. Se les insulta, se les tilda de untados por el gobierno y de paniaguados, llevando las cosas a una simplificación cutre y rastrera como, por otra parte, no podía ser de otra manera viniendo de quien viene. Por lo visto, el derecho a la protección de la propiedad intelectual anula el derecho a opinar en política y a apoyar a quien le de la gana a cada cual; como dijo ayer Iñaki ¡qué país, Mikelarena!. No sé de quién ha sido la idea si de Rajoy o de Jiménez Losantos, pero a los dos les ha parecido genial semejante cutrerío.

Pues bien; yo, que no cobro el famoso canon, aunque no pierdo la esperanza -cuando escriba mi libro me voy forrar- también apoyo a Zapatero, no sólo porque en términos generales me gusta sino, sobre todo, porque no quiero que triunfen los que llevan cuatro años envenenando el aire de este país. Porque sería el triunfo de la mentira y del juego sucio. Y eso no se me olvida. Yo creo que a un tío como Serrat le importan otras cosas más que el puto canon.

martes, 12 de febrero de 2008

¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁ EL INFIERNO?

Desde que me he enterado de que el infierno es un lugar físico, no paro de darle al google earth poniendo infierno en el buscador, pero no acaba de encontrarlo. Y ya es raro porque el google earth encuentra todo, hasta los lugares más recónditos y diminutos. Sin ir más lejos, este verano dió a la primera con Pereda de Ancares que es un pueblito, perdido entre montañas, de cuarenta y tantos habitantes; yo creo que en el infierno deben vivir algunos más, con todos los malos que en el mundo han sido desde toda la eternidad; que esa es otra, desde toda la eternidad y para toda la eternidad. Eso es un montón de gente, mucha más que en las manifas de la AVT y teniendo en cuenta que, según los manifestómetros, en un metro cuadrado sólo entran cuatro o cinco personas, la extensión del infierno a la fuerza tiene que ser grande, pero muy, muy grande, aunque estén como en el camarote de los hermanos Marx; yo no entiendo por qué no está indicado en los mapas de carreteras, que es que los gepeses se vuelven locos y al final puede uno acabar en cualquier sitio, en cualquiera de las muchas sucursales que el infierno tiene repartidas por esos mundos. Uno puede caer en Irak, en Gaza, en Guantánamo, vaya usted a saber. A no ser que esté en otro planeta, pero a ver entonces como vamos a llegar hasta allí los condenados de a pie, porque yo tengo oido que los viajes interplanetarios cuestan una pasta y eso es un lujo que no se puede permitir cualquier pecador de barrio ni con la paga extra. Y tampoco es cosa de pedir un préstamo personal para pagarse el viaje al infierno, porque creo que de allí no se vuelve y luego le deja uno a los hijos un marronazo del demonio y bastante tienen ellos con la hipoteca y la guardería de los niños.

Igual yo no lo he entendido bien y lo que pasa es que el infierno está dentro de cada cual, creo que va a ser eso. A ver, si no, por qué nos empeñamos siempre en querer otra cosa distinta de lo que hay, en lugar de sentirnos afortunados por tener lo que tenemos y vivir como vivimos. Por qué no ponemos un poquito más de interés en sacarle partido a esta puta vida, que no es tan puta, oyes, si se le pilla el puntito. A veces puede ser increiblemente maravillosa, sólo hay que dar un rodeo para esquivar el propio infierno.

viernes, 8 de febrero de 2008

AGUAMARGA

No tengo foto suya, ni la habilidad para buscarla en san google, como ella hizo cuando me fui yo. Porque estar, seguro que está en algún recoveco del ciberespacio dedicado a las mentes privilegiadas. Mira por donde, se me acaba de ocurrir, voy a escribir "mentes privilegiadas" y a pulsar a continuación "voy a tener suerte"; seguro que sale. También podría escribir "inteligencia", "prudencia", "sensibilidad", "ironía", "rapidez mental" y con cualquiera de estos conceptos -mejor con todos juntos- el google la encontrará y si no la encuentra es que el google no sirve para nada. Y ya, si fallan todos, hay que meter "honestidad".

Porque todo eso y mucho más es Aguamarga. Esas emociones que se le escapan y, al mismo tiempo, ese pudor para esconderlas. Algunos aquí nos despelotamos, nos quedamos en cueros vivos sin recato. Ella no; ella siempre se deja un velo por encima del dolor, pone distancia y viste de escepticismo su mirada. Pero yo no me lo creo. Se lo dije una vez en un comentario y regañó a Elefancia porque me hizo la ola. No me lo creo. Aguamarga se va de la blogosfera porque estaba a punto de enseñarnos su "yo verdadero". Bueno, pues nos lo vamos a perder y bien que lo siento, aunque si el yo que nos ha enseñado es falso, miedo me da pensar en el verdadero; como diría un argentino, a mi no me da el piné para llegar a su altura.

La cruda realidad es que se va, porque ella sí tiene palabra, no como otras que estamos aquejadas de incontinencia verbal permanente.

De todas formas con lo que nos ha dejado ver, con lo que hemos adivinado debajo del velo, tenemos para mucho pensar.

Yo espero que cuando acabemos de absorber todo lo que nos ha dicho con sus palabras y con sus silencios vuelva a darnos unas cuantas lecciones. Tenemos trabajo.

lunes, 4 de febrero de 2008

TIRAR DE LA CUERDA

No quería hablar del tema pero es que sus eminencias reverendísimas se han empeñado en tocar las narices al personal y yo no puedo defraudarles; hay que entrar al trapo.

Porque, vamos a ver, ¿de qué persecución estamos hablando? Me voy a remontar a julio de 2004, que todavía recuerdo con un cierto sonrojo al recién elegido presidente del gobierno socialista de un estado laico y aconfesional mareado por el humo del botafumeiro en la proclamación del año jacobeo. Y a partir de ahí, este gobierno ha demostrado una infinita paciencia ante las provocaciones de la jerarquía eclesiástica, que lleva cuatro años tirando de la cuerda a pesar de todos los miramientos con que se la trata. Resulta cuando menos sorprendente que en un estado que desde la Constitución del 78 se define como aconfesional, se dispense a la Iglesia Católica el trato de privilegio que se le dispensa. España sigue financiando con el dinero de todos los ciudadanos -al marcar la casilla en la declaración de Hacienda se detrae el 0,7% de los ingresos del Estado- sean católicos, budistas, musulmanes u -¡horror!-ateos. Y siguen en vigor unos acuerdos que datan de 1979 sumamente ventajosos para la Iglesia. La asignatura de Religión se imparte en los colegios públicos, cuyos profesores los contrata y despide a su antojo la Iglesia, pero también los pagamos todos; se le ha consentido descafeinar a su gusto la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía, en fin, que continúan cortando el bacalao.

¿Y todo esto a cambio de qué?

A cambio de que sus eminencias se hayan echado al monte y las tengamos cada dos por tres en la calle insultando al gobierno y a su presidente y manifestándose contra unas leyes que lo único que hacen es recoger los derechos que ellos niegan a algunas personas que no comulgan con sus verdades absolutas. No recuerdo yo que hicieran lo mismo con el anterior gobierno, ni siquiera que colgaran una pancanrta de NO A LA GUERRA en el balcón de la sede de la Conferencia Episcopal, y eso que la guerra de Irak no era -no es- una entelequia sino una sangrienta realidad.

A cambio de que desde los púlpitos y desde su emisora de radio se difame al gobierno y al partido socialista. Hubo algún obispo que los relacionó directamente con el 11-M.

A cambio de estar malmetiendo al personal con una supuesta ampliación de la Ley del aborto que, para más inri, ni siquiera figura en el programa electoral del partido socialista. Y, mal que nos pese a algunos, de la eutanasia ni hablamos; sin embargo también está en boca de los señores obispos.

A cambio de inmiscuirse en la política antiterrorista del Gobierno y pedir descaradamente el voto para el Partido Popular, olvidando las negociaciones del Gobierno de Aznar en el año 2000.

Ya no me acuerdo muy bien del catecismo, pero creo que es el octavo mandamiento el que dice eso de no levantarás falso testimonio ni mentirás. Sus eminencias reverendísimas no están predicando con el ejemplo precisamente.

Y bueno, parece que el Presidente se ha enfadado un poco. Ya era hora.