martes, 22 de septiembre de 2015

CAFÉ DESCAFEINADO

Tomaba siempre café descafeinado,
cerveza sin alcohol
y de fumar, ni hablamos
y tanto se cuidaba
que incluso amaba a medias,
así, como de lejos, desde fuera,
no fuera a contraer
alguna enfermedad del corazón
de esas que solo sufren los idiotas.
Soñar era un deporte peligroso
y perderse en un beso
un riesgo inasumible,
tal vez no hallara luego
el camino de vuelta hacia sí mismo.

Alguien le había dicho que el amor
es una extraña fiebre, 
un pernicioso virus para el que no hay receta
pero que solo ataca
al que anda por ahí sin abrigarse,
desnudo de argumentos y razones,
el alma en carne viva
y la piel rebosante de vacío.
Es una fiebre extraña,terrible, virulenta,
capaz de hacer feliz al más desventurado,
pero que solo ataca a los idiotas.

domingo, 20 de septiembre de 2015

UN SIMPLE SUEÑO

¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba...
(Jaime Sabines)




Hoy, después de morir todas las muertes,
solo quiero pensar que tu me piensas
y dormirme sin ti pero soñando
que me pierdo en un beso interminable
que derramo en tu boca mi tristeza,
que tus ojos me abrazan,
que tus brazos me engullen,
que no despierto nunca. Que me quieres.

sábado, 19 de septiembre de 2015

UN DÍA COMO OTROS

Un año más -y ya son veintitrés-
cumplo el triste ritual de escribirte un poema
con la vana esperanza de que dure
algo más que las flores
que depositaré sobre la piedra.

El diecinueve de septiembre 
es tan solo una fecha, exactamente igual
a un veintidós de abril, 
de octubre o de febrero.
No se completa un lustro
ni termina otra década sin ti,
solo es un día más viviendo con tu ausencia.

Recuerdo aquellos meses del principio,
cuando hasta las esquinas lloraban a mi paso
y me compadecían 
incluso los mendigos más hambrientos.
Por entonces
todos los niños se llamaban Jaime,
tenían ocho años, me arrojaban
a la cara tu muerte. 
Yo escuchaba a sus madres llamarlos por su nombre
y los odiaba un poco.

Y sin embargo ahora mis amigos me dicen
que debo superarlo,
que ya ha pasado demasiado tiempo. 
Yo me río;
ignoro qué acepción del verbo superar,
de las cuatro que ofrece el diccionario,
he de aplicar a esto.
¿Será “ser superior”? ¿O “rebasar un límite”?
¿O “vencer un obstáculo” o tal vez
tendré que “mejorar las propias cualidades”?

Me van a perdonar,
ninguna de las cuatro me convence.
Aquel dolor cruzó todos los límites,
y ahora ya no encuentro más obstáculo
que saltar cada día el borde de la cama
y ese lo voy salvando.
En cuanto a mis dudosas cualidades
¿hay alguna mejor que ser capaz
de sonreír siempre que te recuerdo?

lunes, 14 de septiembre de 2015

MARGARITAS

Llego con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
(Miguel Hernández)

Aquella mujer fuerte siempre lloraba a solas,
le dolía la espalda por el peso
de la penas de otros,
no encontraba momento
de llorar por las suyas; ya se sabe
que las mujeres fuertes
no tienen sentimientos, aunque a ella
nunca jamás dejaron de dolerle
aquellas tres heridas que cantaba Miguel.
un abrazo imprevisto,
levemente más largo, un poco más intenso
de lo que determina la buena educación
podía desnudarla en medio de la calle.

Aquella mujer fuerte
repartió margaritas entre distintos cerdos;
algunos las comieron tan deprisa
que apenas apreciaron su exquisito
regusto a soledad
ni la suave ternura que guardaba
su blando corazón de manzanilla.
Y otros las dejaron
pudrirse en las cunetas, mas ninguno
las colocó con agua en un jarrón
y mucho menos
se le ocurrió plantarlas en la tierra.

Casi siempre tenía gente a su alrededor
-amigos, familiares
o algún voluntarioso sustituto
del hombre de su vida- sin embargo
cuando el buzón de aquella mujer fuerte
rebosaba papeles 
-propaganda, ya saben, y cartas de los bancos-
los vecinos llamaron a los guardias.

sábado, 5 de septiembre de 2015

EN CARNE VIVA

Pónganle a todo mucha silicona, no se les vaya a colar un muerto...
(Graciela Zárate)
Hoy tengo el corazón en carne viva
la realidad me deja sin palabras,
solo me quedan lágrimas, temblores,
perplejidad, vergüenza
por este llanto a tiempo limitado,
por el dolor pequeño, intrascendente
con que apaciguo a ratos mi conciencia.

Nada tiene importancia frente a tanta ignominia,
no voy a dedicar ni siquiera un minuto
a analizar las propias mezquindades,
—si tanto hay que pensar en lo que nos ocurre
quizá no nos esté ocurriendo nada
ni a masturbar mi escasa inteligencia
mirando los detalles.

Cómo voy a pensar según qué cosas
mientras entran los muertos por todas las rendijas,
los gritos me ensordecen
y el DOLOR con mayúscula
se instala en nuestra cama.

No busquemos al gato más pies de los que tiene
pero tampoco menos,
para empezar a andar son necesarios cuatro
y me atrevo a decir que son bastantes.