cómo estará mi alma para no recordarlo
por vez primera desde aquella noche.
Este año, mi amor, no te contaré nada
de las cosas que pasan en tu ausencia,
porque ya no me importa ni la paz ni la guerra
ni la revolución ni la injusticia
ni ningún cataclismo, hecatombe o desastre
que puedan ocurrir más allá de mis hijos.
Ya no doy para más, cariño mío,
con mi propia tristeza es suficiente.
Y esa no te la cuento porque tú la conoces
si estás en algún sitio y porque tengo miedo
de mentar a la bicha.
Son treinta y nueve abriles los que cumples,
treinta y uno sin ti dicen las cuentas.
Me acostumbré, mi amor, me he acostumbrado
a que seas un niño que sonríe
desde la efigie inmóvil de una foto
que hoy he vuelto a besar igual que cada día.