miércoles, 17 de julio de 2013

NADA

Nada, no tengo nada, no quiero tener nada,
nada que me hipoteque mi propia identidad,
mi voz y mi manera de habitar en el mundo 
ni nada que me obligue a precintar mis labios.

El amor es un lujo prescindible,
no se debe pagar a cualquier precio
sobre todo porque cuando se paga
deja de ser amor
pierde lo que le otorga el derecho a tal nombre,
se convierte en la sombra de sí mismo,
Dorian Gray destruido en el espejo.

Para poder amar es necesario
saber lo que uno vale
no permitir que el miedo paralice
ni dejarse atrapar en la costumbre
ni tolerar que nadie nos perdone la vida
ni nos cierre la puerta.

Nada, no quiero nada
no me importan las cosas, las alfombras,
ni la vajilla antigua -que, por cierto,
le faltan muchas piezas- ni los muebles,
no me importan los cuadros ni las lámparas
ni el butacón de orejas de la siesta.

Todo tuvo un sentido cuando entonces,
cuando redecoramos nuestra vida,
cuando nos envolvía
la cálida belleza de los sueños;
pero ya no,
ahora se han secado los geranios
todo lo cubre el polvo y la amargura
nuestras cosas
se han vuelto trastos viejos sin oficio,
inútiles objetos testigos del desastre. 

Tengo las alas rotas pero voy a volar
sin lastres ni cadenas.

Porque tan solo así,
desnuda, despojada de todo lo superfluo
podré verme a mí misma en el espejo
y volver a nacer de mis cenizas.