No creas, que me cuesta
mantenerme en mi sitio,
esperar a que suene mi teléfono
y me pidas que vaya,
no te creas,
no es fácil
asimilar que no soy necesaria,
que la madre eres tú
y yo me quedo aquí, mirando desde lejos
cómo aprendes tu oficio
doloroso y sublime.
No creas, no es sencillo
hacer como si nada,
saber de tus desvelos,
de tus noches repletas
de las mismas preguntas
que nos hicimos siempre
y escuchar en silencio
como si fueran nuevas.
No es tan fácil saber lo que te ocurre
y quedarme callada,
saber que llorarás por cualquier cosa
y que serás también la más feliz del mundo
sólo por su sonrisa.
Pero yo estoy aquí,
sólo observando cómo le descubres,
cómo le aprendes, cómo le adivinas.
Y esperando el momento
en que me digas ¡ven!
para dejarlo todo.
Igual que en el bolero.