En sentido contrario a mi mirada
corre la tierra, el cielo, campanarios
de iglesias de Castilla,
los árboles desnudos y retazos de nieve
como algodones gélidos.
Y escribo en el reverso del billete
que llevo tiempo sin saber de ti,
que te engulló una sima de silencio,
que no sé dónde estás ni lo que piensas
de aquella absurda noche
que atacó por la espalda y nos rendimos.
Y ahora ya no sé si fue verdad
o solo un sueño húmedo.
Me está pidiendo el cuerpo
un beso y un cigarro.
Fumar está prohibido
y tú no estás aquí ni se te espera.