Por mucho que me empeñe
siempre me quedo corta, no supero
la evaluación continua.
Es cierto que de pronto, sin estudiar apenas,
saco un sobresaliente en utopía,
pero no es suficiente para alcanzar la nota
que exige la existencia.
Porque en esos exámenes
que me pone la vida por sorpresa,
suelo sacar un cero
y se me viene abajo todo el curso.
Estoy ya muy mayor para intentarlo.
Quizá fuera mejor que me rindiera,
nunca levantaré tanto suspenso.