miércoles, 17 de abril de 2013

¡TAXI!

Cuando la noche ataca por la espalda
nunca aparece un taxi.

Suele llover apenas, mansamente,
y me voy empapando sin sentir
de una humedad ambigua
que casi siempre viene del pasado.

Las penas se derraman por el suelo;
yo voy pisando charcos de memoria
y me río a lo tonto.

Y también el asfalto
parece que se ríe. No hace frío.
Una siente que ama porque sí,
porque es de noche,
porque huele a verdad y a despedida.
Nunca aparece un taxi
cuando la noche ataca por la espalda.