separar los recuerdos de manera
que no se contaminen.
A un lado los agravios
envueltos en alguna materia impermeable,algo opaco y espeso
que los cubra de plomo y los sepulte
allí donde no alcance la memoria.
A otro lado la dicha, los días luminosos
guardados con esmero, defendidoscon mi vida, si fuera necesario,
porque vida me dieron cuando entonces.
Cómo borrar las sombras,
cómo acallar la rabia que envenena el
recuerdo,cómo recuperar
la imagen de los tiempos de ternura,
para abrigar al menos una noche de esas que vienen frías
y no templan las mantas ni duermen los somníferos.