martes, 21 de abril de 2015

TORMENTA

Moi je te offrirai des perles de pluie venues da pays oú il ne pleut pas.
(Ne me quitte pas, Jacques Brel)

Y no era necesario que lloviera
para sentir la lluvia deslizarse
por nuestra piel sedienta. Amenazaba
tormenta en la negrura de la tarde
hacia las seis, decían los pronósticos,
se rasgaría el cielo hecho jirones
mientras el mar rugía con sordina
esperando impaciente el gran orgasmo.

No acabó de llover, se quedó en nada,
el mar frustró su clímax. Y nosotros…

Nosotros nos llovimos mansamente,
hasta empaparnos vivos, hasta ahogarnos.