Ahora que no recuerdo apenas ni tu rostro
y ni siquiera sé
el tiempo que duró aquel espejismo
ni en qué instante tomé las riendas de mi vida
ahora que se han borrado
tus huellas de mi piel y la tristeza
es tan solo una sombra sin memoria,
sin causa que merezca ni una lágrima
ahora que ya no siento ni rencor
porque ya no me duelen las heridas
ni sé si alguna vez llegaron a dolerme
o solo fue un mal sueño
ahora que miro el mundo
con ganas de comérmelo
y aprendo a sonreír igual que un niño
con bicicleta nueva
ahora me sorprende esa sustancia,
esa materia oscura que llamábamos
amor con tanta ligereza, y se ha esfumado así,
sin dejar rastro, como si nunca hubiera sucedido
ahora me pregunto
si mereció la pena pasar las de Caín,
llorar lo que me cuentan que lloré
aunque yo no me acuerdo.