Nuestras bocas estaban
a mil revoluciones de deseo
y unos pocos centímetros.
Y a un abismo de vida.
Yo me pasé la lengua por los labios
y tú, por hacer algo,
te mesaste la barba levemente.
Luego nos separamos,
dijimos hasta pronto
y nos dimos un beso en la mejilla
así, como se besan los amigos.