domingo, 24 de noviembre de 2019

A ESTA EDAD

Estoy en una edad desconcertante.
Me duele la cintura y la memoria
se muere de tristeza
cada vez que me adentro en el pasado.

Mis hijos no me cuentan sus problemas
para no preocuparme –por lo visto
piensan que ya no estoy para disgustos-.
Y si hablo de mis nietos,
yo soy esa señora que los manda a la cama
y les quita la play,
pero les gusta mucho mi tortilla;
también escribo versos pero eso no lo dicen,
parece que les da un poco de vergüenza.

Decía que me duele la cintura y el alma.
Sin embargo cuando una jovencita
de culo respingón y largas piernas
me cede amablemente el asiento en el metro,
le sonrío y reprimo mi impulso de escupirla
pero sigo de pie aferrada a la barra.

Y no quiero pensar
la cara que pondrían mis amigas
si les llego a decir que a estas alturas
me parece que estoy enamorada.
Esa mezcla de risa y compasión
con que siempre miramos a los locos.