Dios, en su inmensa bondad,
aquí jodidos nos tiene;
será porque nos conviene
¡Hágase su voluntad!
(Dicho popular)
Tengo noventa años, no recuerdo
si acaso fui feliz un solo día;
a nadie importa que esté loco o cuerdo
mientras yo vivo solo mi agonía.
Ahora todos me tratan como a un lerdo
-dicen que he renunciado a la alegría-
pero es que ya no siento el lado izquierdo
y el diestro ataca con alevosía.
Y yo pregunto a Dios para qué vivo
si no me queda apenas ni memoria
donde pueda encontrar un adjetivo
que ilumine la huella de mi historia.
Mi tiempo está cerrado por derribo.
Solo quiero bajarme de esta noria.