y mi cuerpo es menudo y minucioso.
Pero tu no sabías
que guardo mil silencios en la boca
y me agarro a la vida como a un clavo
que me quema las manos, y me funde
la soledad y el miedo en el abrazo.
Tú no tienes la culpa, no sabías
la cantidad de amor
que se atrinchera bajo mis vaqueros.
Y se te vino encima una avalancha
de lava incandescente,
apenas se entreabrió la cremallera.
Tu no sabías
que un cuerpo tan pequeño
era capaz de amar tan a lo grande.
Y saliste corriendo hacia un lugar seguro
donde no hubiera riesgo de abrasarte.