Y a mí qué más me da si lo que siento
es amor de verdad o un sucedáneo,
qué me puede importar si de repente
me he quitado de encima veinte años
y ahora me apetece regalarme
unos zapatos rojos con el tacón de aguja.
Si me brillan los ojos y me río
y ya apenas me duelen las articulaciones
-a pesar de moverlas con denuedo-
y sé que tengo un cuerpo y que está vivo.
Qué me puede importar qué nombre tenga
esta fuerza que inunda mis edades.
Esta forma de estar y de olvidarme
de que existe el dolor y la tristeza
porque el mundo se acaba entre sus brazos.
Quisiera, por favor, que alguien me explique,
si esto no es amor, cómo se llama.
Casi que es preferible al verdadero.