…toda vida es al menos dos vidas: una, la real e inapelable,
otra la que pudo ser y sigue viviendo en nosotros en calidad de ánima en
pena…
(Luis Landero, Juegos
de la edad tardía)
No
le demos más vueltas,
ya
no sirve de nada arrepentirme,
las
cosas han venido de ese modo
y
he hecho lo que he podido,
enseñando
los dientes unas veces
y
otras con los brazos abiertos, pero siempre
dejándome
la piel en el intento,
En
la hora del recuento, la otra vida,
la
que soñé y no pudo realizarse,
la
que habita en las brumas del delirio,
va
ganando terreno a lo palpable,
a
lo cierto y real, a lo que ha sido;
se
apodera despacio del pasado
y
construye a su gusto la memoria.
Ya
no sé si algún día me besaste
o
si me lo he inventado
para
sobrevivir a la tristeza,
ya
no sé si exististe,
si
desperté a tu lado una mañana helada
y
me diste el calor de tus abrazos
o
fue una ensoñación creada por la fiebre.
No
lo sé ni me importa, en cualquier caso
hace
ya tantos años que te quiero
que
he ganado el derecho a imaginarte
tendido
junto a mí sin decir nada,
enredando
tus piernas en mis piernas,
dejándote
llevar por la ternura,
la
que nunca pudimos permitirnos.