viernes, 12 de mayo de 2017

DESPEDIDA

Hoy mi llanto es de lluvia silenciosa,
me penetra despacio, me recorre,
reconforta el dolor, lo dulcifica.
No es el mismo de todos estos meses,
cuando me sacudía todo el cuerpo
y debía esconderlo en tu presencia
para que tu pudieras fingir ante la mía.

Hoy me dejo llevar; en la ventana abierta
miro este cielo gris con balcones azules,
suavemente me abraza la frescura del aire.
Hoy no pongo la radio 
para que las noticias no distraigan
mi mente de lo único que importa.

Da igual la hora que sea, ya no hay ninguna prisa,
ya no esperas que llegue hasta tu lecho,
nada tengo que hacer más que pensarte,
más que pensarme a mí y juntar mis despojos.

Quiero recuperar a cada hombre
de todos los que has sido.
No me quiero quedar con tu imagen postrera
porque yo soy la dueña de todas tus imágenes.
Tus hijos, nuestros hijos, no conocen
más que una sola parte de la historia.
Por cierto, que te quieren… ¡por Dios, cómo te quieren!
Y te diré que ayer, cuando lloraban
nuestros nietos mirando cómo te daban tierra,
vi de forma palmaria que ya no hay vuelta atrás,
que de ese único golpe ya se han hecho mayores.

Hoy mis manos no saben qué hacer, en qué emplearse.
Mi casa es como un caos desconocido
con objetos absurdos, maletas destripadas,
te has marchado desnudo al último paseo;
no sé qué pinta aquí esta silla de ruedas
si ya no nos espera ningún parque.

Da lo mismo que llueva, que haga frío
o que el sol me reciba sonriendo.
Hoy no voy a salir,
me quedo aquí, llorando lentamente,
por la vida que nos robó el destino
y que ahora tengo muerta entre las manos.