Oigo la radio
y no sé lo que cuentan esas voces;
es como si la lluvia, como el viento,
un sonido de fondo que acompaña
esta perplejidad que me ha dejado
el instante supremo en que saltaste
la línea que separa la vida de la muerte.
esta perplejidad que me ha dejado
el instante supremo en que saltaste
la línea que separa la vida de la muerte.
Me he quedado cautiva al otro lado,
prisionera de mi insignificancia,
de mi incapacidad para entender
lo que quiere decir irreversible.
Es tan inabarcable esa palabra
en un mundo cambiante, donde dicen
que siempre nos espera otra oportunidad...
de mi incapacidad para entender
lo que quiere decir irreversible.
Es tan inabarcable esa palabra
en un mundo cambiante, donde dicen
que siempre nos espera otra oportunidad...
Sólo sé que de pronto
las cosas han perdido su sentido,
que todo lo que antes despertaba
las cosas han perdido su sentido,
que todo lo que antes despertaba
una leve emoción en mi conciencia,
una reacción humana,
ahora me resbala por la piel,
mi anestesiada piel impermeable.
El trino de los pájaros, la música,
el sexo, las tormentas, la ira o la sonrisa,
el sol cuando se pone en mi ventana,
la barra de aquel bar donde bebí
un gintonic de más y algunos besos,
todo es extemporáneo, improcedente,
tan fuera de lugar como de tiempo.
El trino de los pájaros, la música,
el sexo, las tormentas, la ira o la sonrisa,
el sol cuando se pone en mi ventana,
la barra de aquel bar donde bebí
un gintonic de más y algunos besos,
todo es extemporáneo, improcedente,
tan fuera de lugar como de tiempo.
Solamente tu nombre,
las fotos de estos meses grabadas en mi mente,
tu ilusión infantil por las cosas pequeñas,
tu esperanza de niño, tu ceguera
ante lo inevitable y esa imagen
de tus manos tan blancas,
me consiguen sacar de este marasmo.
Sólo sé que estoy viva cuando lloro.