Mi voluntad se ha muerto una noche de luna...
(Manuel Machado, Adelfos)
Ha pasado ya un mes de aquella noche
en que la luna llena te vino a recoger.
Un último suspiro me cubrió de silencio,
apenas me quedaban lágrimas que llorar
en que la luna llena te vino a recoger.
Un último suspiro me cubrió de silencio,
apenas me quedaban lágrimas que llorar
No sé si lo hice bien en esos meses,
supongo que podría haberlo hecho mejor,
pero me diste el gozo de amarte sin medida,
como no pude hacerlo en los tiempos de entonces,
cuando esta perra vida me hizo sucumbir.
supongo que podría haberlo hecho mejor,
pero me diste el gozo de amarte sin medida,
como no pude hacerlo en los tiempos de entonces,
cuando esta perra vida me hizo sucumbir.
Nunca, en todos mis años, me he sentido más plena
que al lograr levantar entre mis pobres brazos,
como un bebé gigante, tu corpachón enfermo,
-vámonos a la calle, hace un precioso día-
siempre me agradecías como el mejor regalo
cada nueva mañana que arañar.
que al lograr levantar entre mis pobres brazos,
como un bebé gigante, tu corpachón enfermo,
-vámonos a la calle, hace un precioso día-
siempre me agradecías como el mejor regalo
cada nueva mañana que arañar.
Hoy no encuentro mi sitio en ningún sitio.
Me ha quedado un dolor en la cintura,
una tristeza hueca en tus zapatos,
esa absurda incoherencia de tu ropa
esperando perpleja en el armario,
tu música, tus fotos con los niños,
el cuadro que compramos tan barato,
en plena Via Veneto,
porque estaba empezando a diluviar.
Me ha quedado un dolor en la cintura,
una tristeza hueca en tus zapatos,
esa absurda incoherencia de tu ropa
esperando perpleja en el armario,
tu música, tus fotos con los niños,
el cuadro que compramos tan barato,
en plena Via Veneto,
porque estaba empezando a diluviar.
Qué te voy a decir del resto de recuerdos.
Te has llevado los tuyos; los míos, que son otros,
creo que me los guardo para mí.
Te has llevado los tuyos; los míos, que son otros,
creo que me los guardo para mí.