Estoy, como casi todos, absolutamente harta y asqueada del monotema. Y me da muchísima pereza hablar de ello. Pero como parece que hay que pronunciarse porque quedarse callada es señal de no sé qué tibiezas o miedos, cuando no de que callar es otorgar la razón a determinadas opiniones que circulan por aquí, pues vamos a ello.
No, no me alegro del ingreso en prisión de Junqueras y los demás, pero no porque me den ninguna pena sino porque creo que esta actuación judicial, lejos de beneficiar a la parte constitucionalista, insufla aire a la independentista y vuelve a poner en marcha, a toda máquina, la propaganda victimista del independentismo. Cualquiera que no esté ciego o malintencionado se da cuenta de que esto perjudica gravemente al Gobierno y a los partidos constitucionalistas en sus expectativas de cara a las elecciones del veintiuno de diciembre. Por lo tanto, no sé a qué viene decir que no hay independencia del poder judicial. Pero ningún juez puede adoptar una resolución en función de los efectos electorales que pueda tener para unos o para otros, sino en función de la gravedad de los delitos que juzga. Y estos señores han delinquido gravemente ya desde los plenos del 6 y 7 de septiembre en los que aprobaron unas leyes que sabían anticonstitucionales porque se les había advertido reiteradas veces, saltándose el orden del día de la sesión de su propio parlamento, sin dejar tiempo a la oposición para presentar enmiendas, con una presidenta descaradamente parcial y un parlamento medio vacío. Y en estas condiciones aprobaron la ley del referéndum y al día siguiente, en idénticas circunstancias, la Ley de Transitoriedad hacia un estado independiente. Un referéndum manifiestamente ilegal y además fraudulento, en el que cada uno votó cuantas veces quiso; todos vimos urnas en la calle en las que se votaba sin siquiera identificarse, introduciendo los sobres sin el más mínimo control. Y en base a semejante circo proclamaron nada menos que la independencia de una parte del territorio nacional. No, no me olvido ni disculpo la actuación de la policía. Fue una torpeza y una brutalidad absurda, pero eso no legitima lo que era ilegítimo.
Son delitos gravísimos, mucho más graves que todos con los que se los quiere comparar para descalificar a la jueza Lamela, mucho más graves que todos los expolios de los que hemos sido víctimas los españoles en los últimos tiempos (Gurtel, Bárcenas, Púnica, Lezo, etc. etc.), en los que nos han robado millones y millones de euros, pero ¿estamos a setas o a Rolex? Aquí han robado la democracia, han amordazado al menos a la mitad del pueblo catalán y se han saltado a la garrocha la Constitución y su propio Estatut. Y saltarse las leyes tiene un precio en cualquier estado de derecho.
¿Qué querían que hiciera la jueza? ¿Algo así como decirles venga chicos, iros a casa, sed buenos y no lo hagáis más?Ya está bien con el cuento de los presos políticos. No son presos políticos, son políticos que han ido a prisión preventiva porque han delinquido gravemente. Y ya está bien de presentar a España como un país tercermundista en el que no hay democracia ni garantías, porque no es verdad. El Partido Popular, mal que nos pese a muchos, ha ganado las elecciones legalmente porque la izquierda, por muchos y variados motivos que no voy a entrar ahora a analizar, no ha sido capaz de vencerle. Y si no nos gusta —que a mí no me gusta por sus inexistentes políticas sociales, por su inoperancia contra la violencia machista, por su actuación con los refugiados, por su inabarcable corrupción, porque se cachondea de la memoria histórica, etc, etc— habrá que ganarle en las urnas pero no ir diciendo por ahí que en este país no se respetan los derechos y que esto es una dictadura porque no es verdad. En un país sin democracia se encarcela a la gente por delitos de opinión, reunión o manifestación. Esos sí son presos políticos. Pero aquí cada uno opina y expresa su opinión libremente, se reúne con quién quiere y se manifiesta cuándo y cuánto quiere. Incluso ahora, con el 155 activado ¡Será por manifestaciones y soflamas!
Ya está bien de comedia, de victimismo y de mentiras. Estas encarcelaciones les han venido de perlas a los partidarios de la independencia y les están sacando el jugo hasta la extenuación, encabezados por su presidente “en el exilio”, que eso sí que da vergüenza. Ya es hora de que nos quitemos de encima los complejos que arrastramos desde el franquismo y nos atrevamos a ser de verdad una democracia que cumple y hace cumplir sus leyes.