No sé cómo serás a tu regreso,
a quién me encontraré vestido con tus ropas.
Tampoco estoy segura de ser yo la de antes,
si reconocerás
mis manos, si mis ojos
sabrán cómo mirarte, si mis labios
pronunciarán alguna palabra con sentido.
No sé cómo llenar las horas que me faltan,
si preparar gazpacho,
si poner otras sábanas,
si pegarme dos tiros
o pintarme
las uñas de los pies.
O tan solo escribir este absurdo poema.
Es una desazón como de cita a ciegas,
la torpe incertidumbre de lo nuevo
como si no existiera nuestra historia,
como si a estas alturas
fuéramos a inventar los personajes
que dejamos morir.
O que matamos.