Cómo explicar el tono de ese traje
con que visten las hojas en otoño
sin que mi verso salga cursi o ñoño,
ni maltratar el uso del lenguaje.
Busco en algún rincón de mi equipaje
mis recuerdos de rimador bisoño
y encuentro algún poema tan gazmoño
que cualquiera me puede hacer chantaje.
Desisto de ese plan tan ambicioso
de explicar tantas luces y colores
porque jamás podré salir airoso
de cometidos tan abrumadores.
Quizá otro tema menos glamouroso
me consiga el favor de los lectores.