Tal vez pueda alguno de estos años
escribir un poema de amor, de esos que hablan
de besos y caricias y gemidos,
orgasmos infinitos
y de tocar las nubes con las manos,
tal vez pueda.
Tal vez pueda mirar las amapolas
en los campos de trigo,
una puesta de sol cuando se hunde
en las aguas de un mar inexistente
o la luna ─¡ay, la luna!─
que desde siempre ha dado tanto juego
al vicio solitario de hacer versos,
tal vez pueda.
Tal vez pueda perder
la jodida cabeza y olvidar
que la gente fracasa,
que todos fracasamos casi siempre
en el duro trabajo de querernos
y creer que es posible.
Tal vez pueda.