Escribo porque busco, porque espero.
Pero ya no sé qué, se me ha olvidado.
(Juan Vicente Piqueras)
Ha pasado la vida tan deprisa,
tan rápido y, no obstante, tan repleta
de muerte, de dolor
e incluso, algunas veces, de esperanza,
que parece imposible haber llegado, exánime,
hasta el total vacío,
a la línea mendaz del horizonte
donde, después de todo,
de la lucha sin tregua de mil años,
ya no quedaba nada
sino el pasar constante de los días
sin perspectiva alguna ni objetivo,
sin sueños ni utopías,
solo vivir como un absurdo títere
de quién sabe qué dioses, si es que existen.
Pido perdón, yo sé que esto no vende,
que es preciso soñar, seguir soñando
con la felicidad,
el quimérico amor,
con esas cosas
que siempre sucedían en los cuentos,
pero qué voy a hacer
si esto es lo que hay en esta noche,
ni frío ni calor. Y, encima, llueve.