Algunos días vuelve a sucederme
esa primera vez de nuestra historia.
(Francisco García Marquina)
Por un instante vuelvo al mismo bar
un día de verano
y me veo a mí misma con idéntica ropa,
con aquel mismo gesto,
en una foto fija
en la que tú apareces a mi lado
seduciéndome a golpe de sonrisas,
solos en medio de una muchedumbre,
ajenos a las voces de los otros,
ignorantes de todos los relojes.
Y me recorre el mismo temblor irracional,
ese estremecimiento que dibuja en la cara
como un glorioso asombro inesperado.
Aunque he borrado esa maldita foto
de todos los inventos electrónicos
que puedan recordarme
lo que quisimos ser cuando creímos
-con una ingenuidad impropia de las canas-
que era posible amarse, que aún era posible
confundir a la vida, no consigo
encontrar el botón que la elimine
de ese pliegue del alma donde anida
la memoria engañosa de los sueños.
Aunque he borrado esa maldita foto
de todos los inventos electrónicos
que puedan recordarme
lo que quisimos ser cuando creímos
-con una ingenuidad impropia de las canas-
que era posible amarse, que aún era posible
confundir a la vida, no consigo
encontrar el botón que la elimine
de ese pliegue del alma donde anida
la memoria engañosa de los sueños.