Sucedió, tú lo sabes, aquel día,
en ese bar de mesas sin pulir
con carteles de fútbol, cantaores
flamencos y banderas
con la franja morada.
Apenas nos miramos, mucho menos
decir según qué cosas
ni rozarnos la piel como al descuido.
Nada de eso ocurrió, no lo buscamos,
pero empezó a fluir una corriente
más fuerte que nosotros.
Hoy seguimos negando la evidencia
veremos hasta cuándo,
quizá toda la vida que nos quede;
porque siempre podremos decir no
y morirnos después, de tan legales.
y morirnos después, de tan legales.