Me gusta el primer trago de cerveza
cuando penetra helado en mi garganta
para engañar la sed de ti, que me está ahogando.
Y profanar la nieve con mis huellas
por si acaso te diera por seguirme la pista.
Y romper con mi cuerpo
la superficie inmóvil de las aguas
para dejarte un rastro de humedades.
Y me gusta estrenar amaneceres
cuando aún permanecen las gotas de rocío,
el campo huele a jara y a retama
y yo te echo de menos.
Me gusta emborronar la blancura del folio,
corregir y tachar hasta dar con el verso
en el que tú adivines dos palabras
que no tuve valor para decirte.
No sé de dónde viene
este afán infantil de estrenar cosas
y llegar la primera a ningún sitio.
Sin embargo
a tus brazos, amor, quiero llegar la última.
Quiero llegar a ti para quedarme.