domingo, 19 de abril de 2020

DESPERTAR

Entra en mi habitación, por las rendijas,
una luz suave, así como de plata,
y un silencio de sábado algo enfermo
solo roto por la conversación
que se traen entre manos los pájaros del parque
y algún ladrido de un perro afortunado.

Yo no miro la hora, no me importa,
quiero seguir aquí, envuelta entre las sábanas,
dejándome llevar por esta sensación de plenitud
que han traído a mi lecho tus palabras,
por esta ligereza que me invade,
soy igual que una hoja llevada por el viento
a ese tiempo que nos han robado,
a esa recta final de nuestras vidas
que este extraño enemigo
quiere arrancar de cuajo.

Ya ves qué tontería, de repente despierto
en un campo que huele a lavanda y tomillo,
pintado de colores de jaras y retama,
con mi perro bajo una lluvia fina,
limpiándome de miedos y negruras,
empapando mi cuerpo de esperanza,
abrazando a la vida de tu mano.

Hoy despierto curada de ese puño
que apretaba mi pecho hasta ayer mismo
y dejo a tu palabra recorrerme
igual que una caricia interminable.
Hoy despierto liviana como un papel en blanco
donde escribir amor más de mil de veces.