jueves, 2 de junio de 2011

A MIS AMIGOS PIDO:

No me regaléis cosas, que las pierdo
en quién sabe qué ocultos escondrijos
repletos de papeles caducados
e imágenes borrosas que me miran
con los ojos miopes del olvido.

En mi casa ya no caben más cosas
ni prendas en mi armario:
mecheros por docenas
que a veces cobran vida independiente,
conspiran en el fondo de los bolsos
y acuerdan declarar huelga de fuego.

Pañuelos y fulares de todos los colores,
relojes despistados que ignoran el minuto
y aun el año en que viven,
zarandajas, pulseras, baratijas
y hasta un collar de perlas que me ahoga
y que enajenaré
cuando vengan mal dadas.

En el salón tengo unas siemprevivas
que empiezan a morirse de tristeza.

Regaladme palabras o silencios
-vosotros, que sabéis lo que preciso
según el viento sople-
abrazos apretados o sutiles caricias
esbozadas apenas en mi mano,
sonrisas insolentes o miradas compinches
que sepan descubrir cualquier secreto.

Y regaladme, al fin, vuestra indulgencia
con las muchas miserias que me adornan,
por el uso y abuso de vuestra compañía,
sin la que me declaro incompetente
para vivir un día tan siquiera.