domingo, 25 de agosto de 2013

MIS CUERPOS SUCESIVOS

Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano.
(Ángel González)





Te han amado los cuerpos sucesivos
que alojaron mis sucesivas almas
desde que fui consciente de ser cuerpo;


desde la virginal adolescencia,
la triunfal juventud, tan inconsciente
de su fugacidad,
la poderosa redondez fecunda,
el maduro declive 
que intenta camuflar el maquillaje
y la decrepitud,
que acabará llegando sin remedio.

Te han amado con todas mis edades,
con la ilusa inocencia de los quince,
la fogosa pasión de los cuarenta
y el gris escepticismo que hoy me asola.

Te han amado de espaldas y de frente,
a gritos y en silencio, de lejos y de cerca,
junto a ti y a distancia;
te han amado mis cuerpos sin permiso,
en contra de mis almas sucesivas.

Te han amado con risas y con llantos,
desde el dolor y desde la alegría,
te han amado en pasado y en presente
y en un futuro que no llegó nunca.

Mis cuerpos te han amado ciegamente,
locamente, desesperadamente.
Sin preguntas, desde la sinrazón;
igual que aman los niños y los perros.


Hoy, me atrevo a decir que te han amado
como una ensoñación, como una huida
como la única forma de vivir

o de sobrevivir a la tristeza.

Una entelequia
a la medida exacta del vacío.

sábado, 24 de agosto de 2013

VOSOTROS

No sé cómo aprendimos a querernos,
qué hubo en vosotros de mí, qué nos dimos.
(Leopoldo Alas Mínguez)

A pesar de nosotros,
se han ido entrelazando nuestras vidas
a lo largo del tiempo,
hemos dejado tantos desgarrones
enredados en aquellos que fuimos,
que aunque nuestros caminos después se bifurcaran
en el mío ha quedado vuestra huella
grabada para siempre.

Cómo podría dejaros de querer
si sois mi propia esencia; mi pasado
no sería el que es sin vuestros rostros
sin vuestra trayectoria paralela
-u oblicua en ocasiones-.

Si lo que no recuerdo de mi vida
me lo contáis vosotros
porque estabais allí
y todo lo sabéis desde el principio,
si, aunque lo intente, no tengo secretos.

Y cómo no dolerme como si fueran míos
los dolores que os duelen,
cómo esconderme tras la indiferencia
si me hieren la piel vuestras heridas,
si somos parte de la misma historia.

Si cada vez que se despide alguno
incinero con él mis días más felices
y se torna en ceniza lo que vivimos juntos,
si se lleva a la tumba
un pedazo del tiempo de los sueños
y me quedo más sola.  

miércoles, 21 de agosto de 2013

UNA VEZ MÁS, LA LUNA

Ladran algunos perros a lo lejos
y los grillos desgarran el silencio
con descaro de niños malcriados;
el reloj de la torre
se empeña en dar los cuartos cada cuarto
recordándome el tiempo.

Pero a mí no me importa qué hora marca
porque a según qué horas ya no hay horas,
solo queda
la soledad sonora de esta noche
una luna imposible y un gin-tonic.

Y una pereza inmensa para pensar en nada
porque quizá me sobran cosas en que pensar.

Una se agarra al vaso y a la luna
y se deja llevar y acaso llora
sin saber bien la causa,
por el placer malsano de llorar
sin dar explicaciones.

Explicaciones hay más que de sobra
pero han dado las tres en el reloj,
será mejor dejar las cosas como estaban.

Ocurre que la noche de mañana
esta luna infinita empezará a menguar
si no viene algún dios a remediarlo.

domingo, 18 de agosto de 2013

LA PRIMERA VEZ

Sé bien
que nunca más podré
volver a ver el mar sin recordarte.

En el fugaz instante
en que extiende en la arena
sus sábanas de encaje
rememoro tus ojos y tu asombro
de la primera vez.

-¡Cómo mola, mamá! -creo que me dijiste;
y luego me arrancaste la promesa
de volver otra vez el próximo verano.

Te contesté que sí, que volveríamos
-hubiera ido a la luna con tal de ver de nuevo
tus ojos y tu asombro-.

Ya no hubo más veranos ni más olas.
Te quedaban apenas unos días,
quién iba a imaginar tal despropósito.

viernes, 2 de agosto de 2013

CITA A CIEGAS

No sé cómo serás a tu regreso,
a quién me encontraré vestido con tus ropas.
Tampoco estoy segura de ser yo la de antes,
si reconocerás
mis manos, si mis ojos

sabrán cómo mirarte, si mis labios
pronunciarán alguna palabra con sentido.

No sé cómo llenar las horas que me faltan,
si preparar gazpacho,
si poner otras sábanas,

si pegarme dos tiros
                                o pintarme
las uñas de los pies.

O tan solo escribir este absurdo poema.

Es una desazón como de cita a ciegas,
la torpe incertidumbre de lo nuevo
como si no existiera nuestra historia,
como si a estas alturas
fuéramos a inventar los personajes
que dejamos morir.
                               O que matamos.