lunes, 29 de junio de 2009

YA PASÓ...

...y ahora me gustaría que no hubiera pasado todavía. Todo fue tan perfecto que ha merecido la pena cumplir sesenta años. Trabajamos lo que no está escrito, pero cuando llegó el momento se me quitó de golpe todo el cansancio. ¡Qué amigos tenemos, Pito! No sé si nos los merecemos. Desde aquí, mi infinita gratitud a todos los que estuvistéis, en especial a los que habéis venido desde tan lejos: a Rosario, desde La Coruña, a Mª Rosa y Agustín, desde Barcelona, a Amparo que se tenía que ir a Motril al día siguiente, a Juanra, que dejó una boda y casi le cuesta el divorcio y además tenía que madrugar el domingo, a mi hermano que vino desde Lérida, a Marisol, desde Valladolid, en fin, a todos que sé que habéis hecho un esfuerzo para estar con nosotras. Mención especial merece Arturo, que pringó como un enano y encima nos hizo reír durante los preparativos. A Almu que se ha currado el maravilloso regalo que nos hicistéis y a Lola que la acompañó a elegirlo. A Mª Paz y Antonio que interrumpieron su corderada seguntina y vinieron, tarde pero vinieron. A Paloma y Titi, que también se desplazaron desde una fiesta familiar en Sigüenza. A Pasca, que nos prestó sillas para que todos, los cuarenta y cinco -o más, porque ya perdí la cuenta- estuviérais sentados, que a estas edades no es cosa de andarse con machadas. A Ignacio, que nos hizo el reportaje fotográfico, a Carlos que nos trajo la guitarra. Vamos, que no tengo palabras. A María, que ya tiene mérito ir sola a un lugar donde no conoce a nadie y encima divertirse. Eché de menos a Chines, sobre todo por el motivo que tuvo para no venir y porque me daba mucha pena que lo estuviera pasando mal cuando yo estaba tan bien. Y también eché de menos a Marcos, a Ricardo, a Javier, a Antonio, aunque de alguna forma sé que estaban con nosotros. Hasta creo que bailé con ellos o por lo menos brindé. A César también le eché en falta, pero espero que su ausencia haya sido para bien. Y a Jose y Marga, que han hecho de golpe un saldo de hijas y se les casan las tres en dos meses; no pudieron venir desde Vigo. El Casti, que cambié la fecha por él y luego no fué; no se puede tener amigos tan importantes. Y a Valdo que le quiero y que siento mucho, muchísimo que al final no se decidiera; sé que es fuerte lo que le pasa pero no nos podemos dejar vencer por los años y sus achaques. Hay quién se rindió de antemano y lamento infinito que se niegue a vivir, pero los demás ya no podemos luchar contra eso. Y vosotros me entendéis.

El jardín estaba precioso y los astros se conjugaron para que nos hiciera una noche deliciosa. Un poco fresquita al final, pero yo iba preparada y me cambié a los vaqueros y al jersey. Y todos estábamos guapísimos porque no hay mejor maquillaje que la luz de la luna y la sonrisa, que a mí no se me cayó en toda la noche. Hubo reencuentros y príncipes azules; y sabiduría para condescender, venga liga, diviértete, tía, que mañana seguiremos juntos construyendo esta vida nuestra que nunca se termina de construir. Para mí, además, fue la presentación en sociedad de mi chico, al que muchos no veían desde los dieciséis años -¡dónde va la fecha!- y que estuvo a la altura: trabajó como un negro antes y después, cocinó, grabó la música y se dió la paliza recogiendo al día siguiente, que no era moco de pavo; encima no se puso celoso porque yo vacilara con todos mis amores. Además tocó la guitarra y estuvo pendiente de todo el mundo. ¿Alguien da más?

No me resisto a reproducir la poesía, en perfectos endecasílabos, que nos escribió Arturo. Como él dijo, se titula POESÍA, y dice así:

Hoy celebramos vuestro aniversario,
no sé si habré llevado bien la cuenta,
pero mirando a fondo el calendario
sin duda hay que sumar diez a cincuenta.

Aún recuerdo aquellos tiempos pasados,
aún recuerdo aquellos pechos frugales,
que si ayer eran ya muy admirados
hoy todavía son monumentales.

No olvido aquellas estrechas cinturas,
aquellos traseros pulcros y tersos,
aquellas piernas tan tersas y duras
que hoy son dignas todavía de estos versos.

Y ¿qué podéis decir en el presente?
¿No las véis con belleza y lozanía?
¿No sentís un ardor muy de repente
al tener a las dos por compañía?

Porque nunca ha de haber otros placeres,
por mucho que busquemos en la vida,
que estar siempre junto a estas dos mujeres.
Que nunca esta amistad se vea perdida.


Al día siguiente todavía lloraba; de risa, de gratitud, de emociones varias. Al final me pillé un pedillo que hizo que se me trabara la lengua todo el rato; me dió por querer a todo el mundo, pero es que ya se sabe que los borrachos siempre dicen la verdad.

Os quiero, panda de carrozas.

viernes, 26 de junio de 2009

THRILLER

Comprendo que no soy muy original, pero hoy no se me ocurre otra cosa. Y al fin y al cabo el chico era un monstruo, en todos los sentidos.


Videos tu.tv

miércoles, 24 de junio de 2009

EL DÍA QUE ME CONVERTÍ EN UNA SEÑORA GORDA

En el viaje de vuelta a Madrid, pillé desde el tren esta puesta de sol sobre los campos de Andalucía. Y cedí a ese deseo irrefrenable de hacer una foto que siempre nos acomete ante una puesta de sol, ya sea sobre el mar, sobre los campos o sobre unos tejados de Madrid, como para eternizar esa luz irrepetible que, sin embargo, se repite cada tarde de verano.

También sucumbí más o menos a una leve melancolía, típica y tópica en momentos como ese. El tren es melancólico de por sí, aunque la alta velocidad haya descafeinado las distancias y las despedidas, que es que ya no son lo que eran, sin pañuelos y sin besos de tornillo en el andén, con unas ventanillas herméticas que no permiten asomarse diciendo adiós con la mano hasta que la imagen desaparece en la lejanía; apenas un amago de abrazo antes de pasar por el detector de metales, ante la mirada indiferente de una señorita de uniforme.

Y una piensa vagamente si esa especie de nostalgia será por todo lo que va dejando atrás, no sólo en el espacio sino, sobre todo, en el tiempo. Me parece muy sabia la frase que me han mandado, de una tal Cora Harvey Armstrong -de la que confieso que ignoraba su existencia- que dice algo así como que dentro de cada viejo hay un joven preguntándose perplejo, qué coño ha pasado para llegar a ésto. El joven que nos habita no sabe en qué momento le empezó a invadir despacio el escepticismo, ni por qué anoche tenía el cuerpo tan golfo y con tantas ganas de bailar y en cambio ahora le duele tanto ese mismo cuerpo. La adolescente que todavía ocupa mi cerebro tampoco se dió cuenta del momento en que se empezó a convertir en una señora gorda, pero de repente un día, como me ha pasado esta mañana, se levanta un señor para cederme el asiento en el metro y me hunde literalmente en la miseria. ¿Tánto se me notan los sesenta? Le hubiera asesinado allí mismo y luego habría bailado el rock encima de su caballeroso cadáver, sin embargo le he dedicado la mejor de mis sonrisas y le he dado mil gracias porque en realidad estaba muy cansada y me dolían las rodillas, menudo asco.

Y así vamos viviendo, en medio de estas contradicciones que se traen el body y el coco, que a veces está a por uvas. Este sábado celebraremos Pitoya y yo los putos sesenta estos, con un montón de amigos tan caducos como nosotras pero igual de jóvenes. Ya os contaré lo que me duele el cuerpo al día siguiente. Mientras no me duela el alma, todo va bien.

miércoles, 17 de junio de 2009

ALÍ Y LOS DEMÁS

Las jacarandas se deshojan sobre las calles de Marbella y alfombran el suelo de color violeta. Al caer la tarde, una mezcla de olores dulzones emborracha los sentidos y es un lujazo sólo respirar. En esta ciudad que en una mirada rápida y superficial, parece hecha sólo para el ocio y la dolce vita, conviven el glamour y la frivolité con la gente corriente que se busca la vida cada día; pero cuando uno se está metiendo en el cuerpo unos espetos de sardinas asadas con un vinito frío, es muy difícil no comprarle a un senegalés sudoroso que nos mira desde la profundidad de la vida que ha dejado tan lejos, un bolso falso de Dolce y Gabbana. Aunque sólo sea por vergüenza torera y por poder decirle que nos permita invitarle a una cocacola o algo sin alcohol, porque es musulmán y no bebe. Como somos muy listos y estamos de vuelta de todo, hacemos filosofía barata y le decimos que las religiones no nos van a arreglar la vida, que nos manipulan y todo eso. Pero Alí -se llama Alí- nos mira con unos ojos muy negros, anclados en la costa de Senegal, en su mujer y en su hijo de dos años y nos dice que no, que él cree que hay otra vida en alguna parte y no precisamente en las playas de Marbella vendiendo bolsos. Se toma la cocacola de un trago y se va con su cargamento. Alí tiene veinticuatro años y los dientes picados, pero en su mirada guarda toda la eternidad de su raza y de su pueblo. Guarda la conformidad secular con un destino cruel que sabe injusto pero que espera distinto en el más allá. No puedo por menos que desear que al final tenga razón.

Por lo demás, playita, descanso y
dolce far niente. Y viaje a Ronda a ver a María y a Jose, que siempre es una gozada. Vaya pareja maja. Por la mañana yo estaba de los nervios, esperando el resultado de una entrevista de trabajo que sacara a un parado concreto de la cola del paro. Vamos, que saliera mi apellido de la fila de marras. Cuando llegó la noticia me invadió una sensación de felicidad total y absoluta como si ya no existiera Alí ni ninguna otra injusticia en el mundo. Porque así somos, primero los nuestros y luego ya veremos. María me trajo a un amigo suyo, que por lo visto me lee, a que conociera a La Solateras en carne mortal. Y la verdad es que me pilló cuando acababa de hablar con Jesús y no me ocupé en cuidar mi imagen pública. Siento la decepción, Carlos, pero soy tan vulgar y tan miserable como cualquiera; intentaré merecer que me sigas leyendo.

jueves, 11 de junio de 2009

HE VUELTO

Mentira me parece estar aquí sentada, delante del ordenata, sin prisa porque mañana es fiesta y por gusto, por el placer de estar sola conmigo misma, que hace tanto tiempo que no me veo. Llevo tres semanas, tres, inmersa en el Madrid de 1802 a 1814 y he pasado mucha hambre y muchas penurias. Me he librado por los pelos de que me pasaran a cuchillo en la Puerta del Sol o me fusilaran en La Moncloa. He visto las calles de Madrid cubiertas de cadáveres que los devoraban los perros hambrientos. He sido una heroína en el Parque de Artillería de Monteleón, con Daóiz a mi derecha y Velarde a mi izquierda y he recogido en mis brazos al Teniente Ruiz al caer herido; pero también he sido un monstruo de maldad irracional y he acuchillado al Marqués de Perales y después he arrastrado su cuerpo por la calle de Atocha, porque no sabemos hasta qué punto de salvajismo podemos llegar los humanos si nos aprieta el odio.

Las elecciones esas que ha habido el día 7 no me han dado ni frío ni calor, porque yo me estaba debatiendo entre José Bonaparte y Fernando VII y, a ratos, no sabía a qué carta quedarme. Rajoy, por lo visto, ya se siente presidente pero yo no me había enterado de que estas elecciones eran generales; si lo hubieran dicho, a lo mejor había ido más gente a las urnas y entonces, no sé. Pero eso de Europa, como que no nos pone. Voto de castigo a ZP, que ha sido malo y nos ha traído cuatro millones de parados; nos quedamos en casa. Ellos han votado como un solo hombre para que nos saque de la crisis el mismo sistema que la ha provocado. No es mala receta. Luego ya nacionalizaremos lo que sea menester, que para eso está la teta del Estado. Esta primavera se lleva el azul cobalto.


En fin, que he vuelto y que, poco a poco, me iré reincorporando al siglo XXI y dejaré de ser afrancesada, que vaya reyes de mierda tuvimos cuando entonces; el mejor, ya digo, José Bonaparte, que le tocó el trono de España en la bonoloto y, aun así, hizo lo que pudo y trató de defender a este maltratado pueblo de la rapiña de su egregio hermano, Dios le tenga en su gloria.

Y deseo a Inés, mi nueva sobrina nieta, españolita que acaba de venir al mundo, que ninguna de las dos Españas le hiele nunca el corazón.

jueves, 4 de junio de 2009

UN DESCANSO

Por fin he terminado el capítulo II "ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN DEL AYUNTAMIENTO DE MADRID" y me permito una pausa. Creo que no había estado tanto tiempo sin escribir en el blog ni siquiera esas veces que me atacó la locura de abandonar. Y es que una cosa es querer y otra poder. Entonces podía pero no quería y, como mi voluntad es flaca, volví en seguida. Ahora quiero pero no puedo porque estoy sumergida en una corrección que tengo que entregar a plazo fijo y acapara cada minuto de mi tiempo. No veo a mis nietos, como bocadillos y robo al contribuyente dándole al asunto también en la oficina. Mi chico se ha ido, harto de mí y de que no le haga caso.

Durante este tiempo han pasado cosas, el jodío triplete ese, que por lo visto ha hecho feliz a toda España menos a mí y a un taxista que me trajo a casa la tarde del evento. Lo que hace la corrección política; todo el mundo encantado y ellos a la Cibeles a tocar las narices. Y para colmo, cuando paré el domingo para comer sin siquiera quitarme el pijama, vi a un sueco desconocido pegando unos mandobles que echaron de la pista de Roland Garros a mi Rafa del alma, qué pena más grande. Pero buscando el lado positivo, esta situación tiene la ventaja de que no me entero de las estupideces electorales -estamos en elecciones ¿no?- que es que la política en estas ocasiones alcanza las más altas cotas de gilipollez. Aunque me pregunto si esto que vivimos no es una eterna campaña electoral.

Porque mientras nos comen el tarro con la puta gripe esa y todos quieren sacar tajada política del asunto, nadie se ocupa, por ejemplo, de los millones de personas que mueren cada año de malaria, una absurda enfermedad que se podría prevenir con poco más que un mosquitero, o de diarrea o de sarampión o de neumonía, enfermedades corrientes y molientes que en nuestro civilizado mundo son pura anécdota pero que en otros mundos matan a mansalva. Cuando ya todos estemos absolutamente acojonaos con la gripe porcina, saldrá algún cerdo que comercializará una vacuna milagrosa y, por supuesto, carísima, que nos devolverá la calma. Como pasó con el TAMIFLÚ, la pócima milagrosa contra la gripe aviar que ROCHE puso oportunamente en el mercado. A mí todo esto me huele fatal.

Buenas noches. Mañana volveré a mis nuevas amistades: los corregidores, los regidores y los secretarios del ayuntatamiento de Madrid en el siglo XIX. No eran peores que los de ahora, nada nuevo bajo el sol.