...y ahora me gustaría que no hubiera pasado todavía. Todo fue tan perfecto que ha merecido la pena cumplir sesenta años. Trabajamos lo que no está escrito, pero cuando llegó el momento se me quitó de golpe todo el cansancio. ¡Qué amigos tenemos, Pito! No sé si nos los merecemos. Desde aquí, mi infinita gratitud a todos los que estuvistéis, en especial a los que habéis venido desde tan lejos: a Rosario, desde La Coruña, a Mª Rosa y Agustín, desde Barcelona, a Amparo que se tenía que ir a Motril al día siguiente, a Juanra, que dejó una boda y casi le cuesta el divorcio y además tenía que madrugar el domingo, a mi hermano que vino desde Lérida, a Marisol, desde Valladolid, en fin, a todos que sé que habéis hecho un esfuerzo para estar con nosotras. Mención especial merece Arturo, que pringó como un enano y encima nos hizo reír durante los preparativos. A Almu que se ha currado el maravilloso regalo que nos hicistéis y a Lola que la acompañó a elegirlo. A Mª Paz y Antonio que interrumpieron su corderada seguntina y vinieron, tarde pero vinieron. A Paloma y Titi, que también se desplazaron desde una fiesta familiar en Sigüenza. A Pasca, que nos prestó sillas para que todos, los cuarenta y cinco -o más, porque ya perdí la cuenta- estuviérais sentados, que a estas edades no es cosa de andarse con machadas. A Ignacio, que nos hizo el reportaje fotográfico, a Carlos que nos trajo la guitarra. Vamos, que no tengo palabras. A María, que ya tiene mérito ir sola a un lugar donde no conoce a nadie y encima divertirse. Eché de menos a Chines, sobre todo por el motivo que tuvo para no venir y porque me daba mucha pena que lo estuviera pasando mal cuando yo estaba tan bien. Y también eché de menos a Marcos, a Ricardo, a Javier, a Antonio, aunque de alguna forma sé que estaban con nosotros. Hasta creo que bailé con ellos o por lo menos brindé. A César también le eché en falta, pero espero que su ausencia haya sido para bien. Y a Jose y Marga, que han hecho de golpe un saldo de hijas y se les casan las tres en dos meses; no pudieron venir desde Vigo. El Casti, que cambié la fecha por él y luego no fué; no se puede tener amigos tan importantes. Y a Valdo que le quiero y que siento mucho, muchísimo que al final no se decidiera; sé que es fuerte lo que le pasa pero no nos podemos dejar vencer por los años y sus achaques. Hay quién se rindió de antemano y lamento infinito que se niegue a vivir, pero los demás ya no podemos luchar contra eso. Y vosotros me entendéis.
El jardín estaba precioso y los astros se conjugaron para que nos hiciera una noche deliciosa. Un poco fresquita al final, pero yo iba preparada y me cambié a los vaqueros y al jersey. Y todos estábamos guapísimos porque no hay mejor maquillaje que la luz de la luna y la sonrisa, que a mí no se me cayó en toda la noche. Hubo reencuentros y príncipes azules; y sabiduría para condescender, venga liga, diviértete, tía, que mañana seguiremos juntos construyendo esta vida nuestra que nunca se termina de construir. Para mí, además, fue la presentación en sociedad de mi chico, al que muchos no veían desde los dieciséis años -¡dónde va la fecha!- y que estuvo a la altura: trabajó como un negro antes y después, cocinó, grabó la música y se dió la paliza recogiendo al día siguiente, que no era moco de pavo; encima no se puso celoso porque yo vacilara con todos mis amores. Además tocó la guitarra y estuvo pendiente de todo el mundo. ¿Alguien da más?
No me resisto a reproducir la poesía, en perfectos endecasílabos, que nos escribió Arturo. Como él dijo, se titula POESÍA, y dice así:
Hoy celebramos vuestro aniversario,
no sé si habré llevado bien la cuenta,
pero mirando a fondo el calendario
sin duda hay que sumar diez a cincuenta.
Aún recuerdo aquellos tiempos pasados,
aún recuerdo aquellos pechos frugales,
que si ayer eran ya muy admirados
hoy todavía son monumentales.
No olvido aquellas estrechas cinturas,
aquellos traseros pulcros y tersos,
aquellas piernas tan tersas y duras
que hoy son dignas todavía de estos versos.
Y ¿qué podéis decir en el presente?
¿No las véis con belleza y lozanía?
¿No sentís un ardor muy de repente
al tener a las dos por compañía?
Porque nunca ha de haber otros placeres,
por mucho que busquemos en la vida,
que estar siempre junto a estas dos mujeres.
Que nunca esta amistad se vea perdida.
Al día siguiente todavía lloraba; de risa, de gratitud, de emociones varias. Al final me pillé un pedillo que hizo que se me trabara la lengua todo el rato; me dió por querer a todo el mundo, pero es que ya se sabe que los borrachos siempre dicen la verdad.
Os quiero, panda de carrozas.
El jardín estaba precioso y los astros se conjugaron para que nos hiciera una noche deliciosa. Un poco fresquita al final, pero yo iba preparada y me cambié a los vaqueros y al jersey. Y todos estábamos guapísimos porque no hay mejor maquillaje que la luz de la luna y la sonrisa, que a mí no se me cayó en toda la noche. Hubo reencuentros y príncipes azules; y sabiduría para condescender, venga liga, diviértete, tía, que mañana seguiremos juntos construyendo esta vida nuestra que nunca se termina de construir. Para mí, además, fue la presentación en sociedad de mi chico, al que muchos no veían desde los dieciséis años -¡dónde va la fecha!- y que estuvo a la altura: trabajó como un negro antes y después, cocinó, grabó la música y se dió la paliza recogiendo al día siguiente, que no era moco de pavo; encima no se puso celoso porque yo vacilara con todos mis amores. Además tocó la guitarra y estuvo pendiente de todo el mundo. ¿Alguien da más?
No me resisto a reproducir la poesía, en perfectos endecasílabos, que nos escribió Arturo. Como él dijo, se titula POESÍA, y dice así:
Hoy celebramos vuestro aniversario,
no sé si habré llevado bien la cuenta,
pero mirando a fondo el calendario
sin duda hay que sumar diez a cincuenta.
Aún recuerdo aquellos tiempos pasados,
aún recuerdo aquellos pechos frugales,
que si ayer eran ya muy admirados
hoy todavía son monumentales.
No olvido aquellas estrechas cinturas,
aquellos traseros pulcros y tersos,
aquellas piernas tan tersas y duras
que hoy son dignas todavía de estos versos.
Y ¿qué podéis decir en el presente?
¿No las véis con belleza y lozanía?
¿No sentís un ardor muy de repente
al tener a las dos por compañía?
Porque nunca ha de haber otros placeres,
por mucho que busquemos en la vida,
que estar siempre junto a estas dos mujeres.
Que nunca esta amistad se vea perdida.
Al día siguiente todavía lloraba; de risa, de gratitud, de emociones varias. Al final me pillé un pedillo que hizo que se me trabara la lengua todo el rato; me dió por querer a todo el mundo, pero es que ya se sabe que los borrachos siempre dicen la verdad.
Os quiero, panda de carrozas.