
Las elecciones esas que ha habido el día 7 no me han dado ni frío ni calor, porque yo me estaba debatiendo entre José Bonaparte y Fernando VII y, a ratos, no sabía a qué carta quedarme. Rajoy, por lo visto, ya se siente presidente pero yo no me había enterado de que estas elecciones eran generales; si lo hubieran dicho, a lo mejor había ido más gente a las urnas y entonces, no sé. Pero eso de Europa, como que no nos pone. Voto de castigo a ZP, que ha sido malo y nos ha traído cuatro millones de parados; nos quedamos en casa. Ellos han votado como un solo hombre para que nos saque de la crisis el mismo sistema que la ha provocado. No es mala receta. Luego ya nacionalizaremos lo que sea menester, que para eso está la teta del Estado. Esta primavera se lleva el azul cobalto.

En fin, que he vuelto y que, poco a poco, me iré reincorporando al siglo XXI y dejaré de ser afrancesada, que vaya reyes de mierda tuvimos cuando entonces; el mejor, ya digo, José Bonaparte, que le tocó el trono de España en la bonoloto y, aun así, hizo lo que pudo y trató de defender a este maltratado pueblo de la rapiña de su egregio hermano, Dios le tenga en su gloria.
Y deseo a Inés, mi nueva sobrina nieta, españolita que acaba de venir al mundo, que ninguna de las dos Españas le hiele nunca el corazón.