domingo, 28 de junio de 2020

UNA COPA DE VINO

Después de tantas veces intentándolo
sin que pudiera ser, como si el mundo
se hubiera puesto adrede en contra nuestra,
no sé cómo expresar mi emoción infantil,
como una colegiala que hubiera hecho novillos.

Te vi venir de lejos, caminabas despacio
como el que no camina a ningún sitio.
−Acabo de llegar −te dije; era mentira;
me había adelantado casi quince minutos.

Y no fue apenas nada, poco más de una hora,
no sé ni de qué hablamos,
yo te hice alguna broma y nos reímos
y también nos contamos cosas tristes,
que la vida no cesa de hacer daño.

El reloj no hizo caso del bolero,
marcó las horas sin contemplaciones.
Como soy bien mandada, no intenté resistirme.
Mis labios dibujaban un gesto adolescente,
esa sonrisa boba de niña enamorada.

Y luego, al despedirnos,
un abrazo apretado más largo que el de siempre,
con mi mano trepando por tu espalda
y unas palabras tiernas
resonando después toda la noche.

Se me quedó en la boca
el sabor de ese vino como un recuerdo dulce
y me dio por pensar que poco a poco
vamos pidiendo menos a la vida.

O quizá es que la vida –lo sabemos−
no está dispuesta a darnos otra cosa:
un abrazo y un vino. No podemos quejarnos.

domingo, 21 de junio de 2020

NUEVA NORMALIDAD (O ASÍ)

Hoy han vuelto a sonar en el bar de aquí abajo
los ritmos caribeños, con envidia
los miro y los escucho,
en esta hermosa noche de verano
que renace la vida.

Es un pequeño bar en donde se reúnen
las mujeres que limpian nuestras casas,
que acompañan ancianos,
las cajeras del súper que preguntan
-con sonrisa prevista en el contrato-
tarjeta o efectivo a un cliente tras otro,
y los hombres que cuidan nuestros parques,
que abren zanjas –quién sabe con qué fines-
rompiendo el pavimento bajo el sol implacable.

Hoy se ha abierto su bar y han olvidado el miedo,
oigo sus carcajadas, sus bromas insinuantes.
Hoy han vuelto a bailar como antes del desastre,
quién puede reprocharles que se abracen,
que muevan sus caderas, que se besen,
que beban y que sueñen que son libres.
Quién puede poner puertas al río de la sangre.

Esto no se ha acabado, nos dicen en la tele,
cautela, precaución, distancia, mascarillas,
pero ahí está la vida reclamando lo suyo.

Yo me voy a la cama pensando que no puedo
ir a ver a mi nieta, me protegen,
soy población de riesgo, por lo visto.

Sin embargo podría entrar al bar de abajo
a tomarme tres copas, marcarme una bachata
e intercambiar tristezas y sudores
con un desconocido.

La vida es una puta contradicción.
Y es más fuerte que el miedo y que la muerte.

sábado, 20 de junio de 2020

DOMINGO

Un domingo apacible,
después de la comida con los chicos
regresas a tu casa. Te das cuenta
de que el vino se te ha subido un poco.

No importa, aquí no hay nadie,
reina esa luz ambigua
de las ocho cuarenta, aún no ha muerto la tarde.

El cielo se sonroja entre las nubes
mientras suenan los tangos de Marconi,
esos tangos sin letra,
bandoneón y piano, tan sensuales
que les puedes poner
las palabras que quieras, por ejemplo
la cogió tiernamente por los hombros desnudos,
que ahora leo en El año de la muerte
de Ricardo Reis, que me aconsejaste.

Y una siente la vida en todo el cuerpo,
otra vida distinta de ser madre y abuela,
con esta fronteriza luz de la atardecida
y un tango al que inventarle un poema de amor
aunque sea el peor que jamás se haya escrito.

martes, 9 de junio de 2020

AÑOS

Hay años que sería muchísimo mejor
habérselos saltado, dormir con la resaca
de aquella Nochevieja de uvas y champán
y no despertar más. Total ya da lo mismo
año más o año menos cuando ya no nos quedan
ni ilusiones ni sueños ni causas imposibles
por las que dar un grito ni dios al que rezar
porque hace mucho tiempo que dejó de existir.

Hay años que se tragan otros años,
que engullen en sus fauces la vida que vivimos, 
que nos borran las luchas, los amores
aquellos tan fugaces que fueron para siempre,
los números en rojo y los hijos pequeños
siempre con la pregunta está mamá
al volver del colegio; y siempre estaba
-dónde iba a estar, si no, que más valiera-.

Hay años que tan solo traen tristezas
y muertes y amenazas de más muertes,
hay años que una siente que quizá fue feliz
y no se daba cuenta aquellos años
en los que aún creía en los milagros
y a veces los milagros ocurrían.

Hay años que el dolor y la miseria
de tantos y de tantos y de tantos
se hacen dueños del mundo y una piensa
que no tiene derecho ni a quejarse
de lo que se dejó por el camino.
Al fin y al cabo tiene una casa y la suerte
de una cena caliente, aunque esté sola.

Qué más vas a pedir, te dices a ti misma,
según como está el patio. No vas a pretender,
encima, que te abracen y te quieran.

jueves, 4 de junio de 2020

LLUVIA

Imagina que llueve y es de noche, imagina
que vemos caer la lluvia tendidos en la cama
y entra un viento fresquito que acaricia
nuestros cuerpos rendidos y gozosos,
imagina
que estamos compartiendo el de después
y tú me dices sabes que lo dejé hace tiempo
y yo te doy envidia con mi humo. Imagina
que apago el cigarrillo
y miramos llover sin decir nada.

Puestos a imaginar, imaginemos
que llueve sin parar toda la noche.