lunes, 28 de enero de 2019

EN LA VENTANA

Hace un día de perros, me acobarda este viento,
el cuerpo no me pide que me tire a la calle
a buscar compañía, una conversación
o simplemente un ruido que me aturda;
los árboles de enfrente se agitan a lo loco
y contemplo en silencio cómo bailan
una danza caótica,
igual que la que baila mi alma vulnerable
a merced de los otros,
de los que no sospechan siquiera que me hieren,
que podrían matarme sin intentarlo apenas.

Van pasando los días y comprendo
que es absurdo esperar que ocurra algo,
que es esto lo que hay, que las palabras
a las que me agarré no significan nada,
que mi tristeza es mía, solo mía,
a pesar de que llegue desde fuera,
y seré yo, tan sola como siempre,
quien trate de vencerla.

Miro por la ventana
cómo bailan los árboles de enfrente.
Me acabo de dar cuenta
de que toca que limpie los cristales.

domingo, 13 de enero de 2019

LA VIDA

De pronto te das cuenta de que has vivido tanto
que te duele la vida.
(Vicente Martín)
Es la vida, la vida toda entera
la que me duele dentro,
la que me oprime dentro
como un puño cerrado
a la altura imprecisa del diafragma.

Es la infancia perdida, ya tan lejos,
de aquella niña un poco marimacho
con las rodillas rotas casi siempre
y cara de enfadada
porque los niños nunca le dejaban
jugar al fútbol siquiera de portero
ni tampoco a las chapas o la pídola.
Tenía que jugar a las casitas
o a saltar a la comba, como mucho,
hasta que les brotaron los pelos en las piernas
y entonces sí querían jugar con ella a médicos.

Es una adolescente enamorada
de aquel chico imposible que cantaba tan bien
y siempre le gustaba alguna rubia,
pero ella era morena, muy morena
—ya ven qué mala suerte—
y lloraba mirando a las estrellas.
Mas dejó de llorar cuando otros labios
inundaron su boca
de una dulce humedad desconocida
que ya no olvidó nunca, aunque la muerte,
muchos años más tarde,
se llevara esos labios por delante.

Y me duele una novia virgen a pesar suyo,
pecando sin pecar como dios manda
que sean los pecados.
Y una madre muy niña, como sus hijos casi,
que le vino muy grande todo lo que le vino,
todo lo que la vida le había reservado
en un alarde de imaginación.

Por encima de todos los dolores
me duele el hijo muerto, como una porcelana
bellísima e inerte, una sonrisa eterna
sin voz y sin abrazo, que me hizo comprender
lo que significaba para siempre.

Me duelen los amores que me quisieron suya
como una propiedad indivisible,
que me quisieron tanto que mataron
lo mejor de mí misma
y que nunca entendieron
que hay miles de maneras de querer,
que no pueden borrarse los años ni la historia,
que no se recuperan
los jirones de piel que se dejaron
prendidos en los muros de la culpa
cuando sonó el portazo del adiós.
Que es imposible comenzar de cero
y olvidar las maletas en consigna.

Y me duelen los años que ahora tengo
y este cuerpo cansado que se obstina en vivir,
que se obstina en amar tan a deshora.

jueves, 10 de enero de 2019

FRÍO

Anuncian los diarios que viene mucho frío,
que las temperaturas bajarán doce grados,
recomiendan salir poco de casa,
abrigarse los pies y la melancolía,
no dejarse engañar por el sol traicionero
que pinta de colores la mañana
y llena la memoria de mentiras hermosas
tapadas por la escarcha. Está el campo tan bello
con los charcos helados, no se mueve una brizna
de hierba en los matojos, no canta ningún pájaro,
solo un silencio quieto se me posa en el alma
y camino despacio donde me lleva el perro.

Luego me iré a mi casa sin esperar milagros.
Buscaré algunos versos que me saquen del mundo,
quizá escriba un poema que es el mismo de siempre
y miraré los rojos de la tarde
antes de que anochezca definitivamente,
con mi dosis diaria de tabaco,
de alcohol y de tristeza.

jueves, 3 de enero de 2019

NO PASA NADA

Besarte sin decirte que te quiero,
no atreverme a sentir más de la cuenta,
solamente lo justo para que no haga daño.

Demorarme en tus labios
arañándole al tiempo la mitad de un segundo.

Luego apretar tu mano levemente
y sonreír con cierta displicencia.

Porque aquí, corazón, no pasa nada.