domingo, 29 de marzo de 2020

SOLOS

Dicen los optimistas que vamos a vencer,
ignoro a quién incluye el futuro plural
¿Venceremos nosotros? ¿Vosotros venceréis?
¿O es que vencerán ellos, los que ya jamás, nunca
lo han de poder contar?

Los creyentes invocan al dios omnipotente,
ese mismo que, en caso de existir,
nos lo habría enviado sin ninguna piedad.
Rezan a las imágenes de vírgenes y santos,
hacen promesas locas de misas y novenas
y los más atrevidos, de dejar de fumar.

Los ateos, en cambio, consultan al Tarot,
con atención observan los posos del café,
la numerología, bibliomancia,
la forma de las nubes, la energía o el humo
de una hoguera infalible tiene la solución.

El caso es aferrarse a algo sobrehumano
que hasta los más ilusos negaban anteayer.
El caso es no aceptar que estamos solos
con nuestras propias fuerzas y con nuestro dolor.
El caso es no mirar la realidad de frente
y llorar por el mundo lo que haya que llorar.


sábado, 28 de marzo de 2020

PRIMAVERA VÍRICA

Me parece que es sábado de marzo
pero no sé la hora
y tampoco me importa demasiado
parece que hace sol, la primavera
debe estar esperándome, pero yo no he podido
ni siquiera avisarle de que no iré a la cita.

El campo estará pleno de cantueso y de aliaga,
los capullos de jara reventando en blancura
las abejas libando su zumo delicioso.

Y volarán bandadas de atolondradas tórtolas
o se quedarán quietas en las ramas de encina,
no jugarán los niños que puedan espantarlas
ni ladrarán los perros envidiando su vuelo.

Como todos los marzos se ha vestido de gala
el campo que yo antes paseaba despacio.
Se ha vestido de gala
para esperar con todos los honores
al siniestro enemigo que ha venido a matarnos.

lunes, 23 de marzo de 2020

CÍRCULOS CONCÉNTRICOS

Es absurdo, me digo, con la que está cayendo,
que yo siga pendiente de una simple palabra,
del gesto más pequeño que me indique
que tú buscas mi nombre como yo busco el tuyo
entre los mil mensajes de cariño o de risas.

Ya sé que hay mucha gente que está mucho peor,
que en los cincuenta metros cuadrados de mi casa
tampoco estoy tan mal, al fin y al cabo
es calentita y cómoda y tiene un parque enfrente,
en el que hasta los pájaros se han quedado en silencio.

Pero solo tú puedes sacarme del marasmo,
enjugarme las lágrimas, cambiarlas por sonrisas
si siento que me piensas apenas un instante
y consigo engañar al dolor con nostalgia,
que es igual que la pena pero mucho más dulce.

Y reniego de ti porque te siento ajeno
a la soledad pétrea de mis cuatro paredes.
Y reniego de mí por seguir esperándote.
Pero, en defensa propia, se me olvida muy pronto
y me engaño a mí misma y te invento otra vez,

me apropio tus palabras como si las dijeras
para mí en exclusiva o como si encerraran
algún doble sentido en el secreto idioma
del amor a distancia. Y entreveo mensajes
encriptados en claves que solo yo descifro.

Sé que no debería contarte mis carencias,
minúsculas partículas en el miedo del mundo,
pero somos la piedra que, arrojada en el agua,
expande los dolores como en ondas concéntricas.
Y tú, mal que me pese, estás en la de dentro.

Y así pasan las horas de este domingo extraño
sin paseo, sin perro, sin nietos, sin amigos,
en la montaña rusa que de golpe me lanza 
al más profundo abismo desde el sueño más dulce. 
Y sin contemplaciones me asesina.

jueves, 19 de marzo de 2020

SUPONGAMOS

Supongamos que es jueves, supongamos
que no tenemos miedo, supongamos
que en Madrid hace sol y que los bares
bullen de gente y risas y de amigos,
supongamos que vamos de la mano
y que en el metro alguien nos empuja
y yo me agarró a ti porque me caigo,
supongamos que entonces nos miramos riendo.
Supongamos que hablamos de las cosas normales,
de libros, de política, de los hijos, los nietos,
supongamos que me emborracho un poco
y te digo no quiero beber más que me emborracho,
si ya estamos borrachos, me contestas,
pues es verdad, ahora que lo dices.
Y te beso y te ríes, supongamos.
Supongamos, amor, que somos libres.
Un rato, solo un rato, supongamos…

martes, 17 de marzo de 2020

QUÉDATE EN CASA

Quédate bien tapado con tus cartones
debajo de ese puente
de la Plaza de España,
ya sabes, por lo menos
que un metro te separe de otro indigente.

Quédate en ese piso que compartes
con otros coleguitas senegaleses
─todos bien hacinados con vuestros virus─
y cuida de la manta de bolsos falsos,
cuando esto pase
deberás rendir cuentas.

Quédate en casa, viejo que vives solo,
ahora el parque lo miras por la ventana
no sueñes con el sol, no eches pan a los pájaros.
Y ten mucho cuidado con la calefacción
que luego a ver qué hacemos con la factura.

Afortunado anciano de residencia,
no esperes a tus hijos, que hoy no vendrán
ni tampoco mañana, ni en mucho tiempo.
Se quedarán en casa para no contagiarte,
son muy buenas las chicas que te acompañan
y esconden su sonrisa bajo la mascarilla.

Mujer, quédate en casa muerta de miedo,
no provoques su ira, no le provoques.
Compréndelo, mujer, que está nervioso.
¿No ves que ya no puede ni emborracharse
en el bar de la esquina?
Tú calladita siempre si te da un empellón
porque bastante tiene el pobre hombre.

domingo, 15 de marzo de 2020

VIRUS

Ha caído sobre el mundo
un manto de tristeza, de incertidumbre y miedo.
Un enemigo oscuro
ha entrado en nuestras casas,
y no entiende de vallas
ni sabe de fronteras.

Pero no es sobre el mundo, perdonadme,
es sobre la soberbia de los ricos,
que de pronto nos hemos dado cuenta
de nuestra pequeñez, y de que somos
igual de vulnerables que los desheredados,
aquellos que dejamos
que los devore el mar y nuestra egolatría
y encerramos en campos a que mueran de asco,
de miseria y de frío.

Y ahora, todos juntos, desde esta Europa enferma
de insolidaridad y de egoísmo,
nos cogemos las manos
y asomados a todos los balcones
cantamos nuestros himnos
y aplaudimos el paso de los ángeles
que velan por nosotros con su sudor y esfuerzo.

A cambio solo piden que miremos,
sin salirnos del cálido refugio,
la hermosa luz dorada que deja la tormenta.