viernes, 25 de mayo de 2012

RENACER

Esperad entonces a pisar la tierra
y abrazad a quien os ama sin engaño.
(Mª García Zambrano)

Quiero que me despojes con tu abrazo
del resquemor que anida en cada pliegue
de piel que has ignorado,
en los gritos callados de mis ojos,
en el frío silencio que mi cuerpo
a mi pesar te entrega algunas noches.

Quiero que me descubras palmo a palmo,
que me encuentres inerme cuando llegues
y me salves
de los demonios tristes que me habitan.
Y que de un solo golpe arrojes a la calle
a las incertidumbres que se acuestan conmigo.

Quiero hacerme pequeña e ignorante
y que estrenes de nuevo mi esperanza.
Y que vengas de frente, sin prejuicios,
sin historia vivida a tus espaldas.
Quiero que nos nazcamos mutuamente.

domingo, 20 de mayo de 2012

MAYO

De repente hace un frío improcedente
y, al mismo tiempo, sol
y llueve un poco
y puede que esta noche
me reviente la luna en la memoria
y ya no importe nada de estas horas.

Tengo para mí sola el mundo entero,
la soledad redonda
ha puesto mi universo boca abajo
y se me han vaciado los bolsillos
de esa felicidad insoportable. 

Después de la tormenta todo adquiere
su auténtico color,
el aire quda limpio de impurezas,
y resplandece la verdad desnuda.

Y queda la terrible disyuntiva:
aceptar el dolor de la existencia exacta
o esperar a que el aire se haga un poco más turbio
y de nuevo nos tape las vergüenzas. 

Queridos amigos e hipotéticos lectores,

Quiero daros las gracias, mil gracias, a todos los que pasáis por aquí y dejáis huella de vuestro paso con un comentario, a los que pasáis en silencio y también a los que no pasáis pero me habéis regalado vuestra amistad, que es mucho más importante.

Digo esto porque, después de mucho pensarlo, he tomado la decisión de suprimir la entrada de comentarios a este blog. Y lo hago en defensa propia, aplicando la máxima de "ojos que no ven, corazón que no siente". Porque esto de los comentarios se ha convertido un poco en un rito, un toma y daca, un "póntelo, pónselo", que no acabo de verle el objeto; sobre todo, teniendo en cuenta que todos pensamos que éste no es un espacio para la crítica sino sólo para la alabanza. Y en consecuencia, la ausencia de ellos a veces escuece igual que la crítica. O más, porque de todos es sabido que la indiferencia hace más daño que la censura o el reproche.

No quiero comerme el tarro buscando los motivos de determinadas ausencias, como tampoco quiero alimentar mi vanidad más de lo preciso con los generosísimos comentarios de algunos de vosotros; ni analizar matices ni hacerme preguntas absurdas a mí misma. Creo que todos escribimos lo mejor que podemos y sabemos, dejando, por lo menos en mi caso, un esfuerzo importante en cada entrada. Y escribimos aquí, en internet, para que nos lean; si no fuera así lo haríamos cada uno en nuestro disco duro o en un bloc cuadriculado. Además somos muchos los que estamos en esto y es imposible leer a todos con el necesario detenimiento, no hay más remedio que elegir. Bien, pues en lo que a mí respecta, con que a algunos os apetezca leerme de vez en cuando tengo más que suficiente.

Quería haberlo hecho a partir de esta entrada, conservando a la vista los comentarios anteriores, pero el sistema no me lo permite. Café para todos. Pero todas las palabras que me habéis dejado hasta ahora quedan guardadas ahí, en los entresijos de blogger y en cualquier momento se pueden recuperar. Y, sobre todo, quedan guardadas en mi alma para siempre. 

miércoles, 9 de mayo de 2012

NO ME IMPORTA

Ignoro si recuerdas algo de aquellos días 
pero a mí no me importa
reconocer que extraño 
el cómplice destello de luz en tu mirada,
ese locuaz silencio que tú y yo compartíamos.

No me importa;
soy demasiado vieja
para andarme con gestos arrogantes,
vacíos, fradulentos,
como flores de plástico.

No me importa.
Yo sé que lo mejor de mí te lo llevaste
porque yo quise dártelo.
Y sé que elegí bien:
no había en esta selva
un refugio más cálido que el tuyo.

Hasta que lo cerraste a cal y canto.

Pero me gustaría 
que al menos lo recuerdes con ternura
y con una sonrisa.
Y que no lo malverses, si lo piensas
tal vez a ti también te sirviera de algo.

Escóndelo en el fondo
de uno de esos cajones que no abres casi nunca.
Luego pierde la llave
                                si me quisiste un poco.

martes, 8 de mayo de 2012

YO LO VI AYER

Yo lo vi ayer,
a la hora en que la tarde se remansa
y los ejecutivos se aflojan la corbata
en la barra del bar.

Tenía el aire color de retirada,
una cierta fatiga
de lunes que agoniza entre los algodones
de un barrio moderadamente rico.

Nadie los vio llegar aunque estaban muy cerca
de las terrazas y de los gin-tonics,
tan sólo separados
por la alambrada cruel de la miseria.

Pero estaban allí y sabían la hora
que marcaba su estómago
cuando dos empleados de una gran superficie
sacaron a la calle los desechos del día,
poco antes de colgar el cartel de cerrado.

Un enjambre de hambrientos cayó sobre los cubos
y estalló la violencia de los pobres;
a puras dentelladas se agredían
como depredadores en la selva,
sin distinción de edades ni de sexos. 

Rodaron por el suelo los yogures
con la fecha pasada,
las barras de pan duro
y algunos tetrabricks que rezumaban
leche sin grasa y zumo de pomelo.

Esto ha ocurrido aquí, en el anochecer
de un barrio moderadamente rico
una tarde que olía a primavera.

El hielo de mi copa
se derritió de culpa en un instante.

sábado, 5 de mayo de 2012

CASTA DE POETAS

Ya tengo suficiente privilegio
con ser capaz de perpetrar dos versos
que puedan consolar a algún desconocido
cualquier noche de insomnio
que una emoción, idéntica a la mía,
se derrumbe en su cama.

A lo mejor presiente 
que alguien, quién sabe dónde,
también puede llorar
por boberías que no tienen nombre;
tan sólo es el cansancio,
impreciso cansancio de vivir a empujones,
sin siquiera un instante
para mirar adentro.

No sé si soy poeta o es que sufro
de cierta verborrea incontinente,
un impulso invencible
de proclamar al mundo mis miserias
que son, por otra parte, tan vulgares
como las de cualquiera.

Porque no soy distinta, la poesía
es sólo un desahogo casi físico
del tremendo trabajo de vivir
y de amar a los unos y a los otros
y de lamerse heridas que nunca cicatrizan,
las antiguas, que vuelven a sangrar,
la costra desprendida con el más leve golpe
y las otras, tan recientes y abiertas
que no aguantan el roce del silencio.

No pertenezco a una especial casta
ni soy mucho más lista ni más tonta
que el común de las gentes.
Creo que me trastornan
las mismas sinrazones que al portero.
Sólo que él se las calla, forman parte
del vivir cotidiano, de la alfombra
que barre cada día
para que yo la encuentre inmaculada
cuando regrese a casa
a tomarme una copa en zapatillas
mientras pienso lo mal que están las cosas.