jueves, 12 de abril de 2018

LO DE LIBERTAD

Así lo contó Valentín Martín y yo no le voy a cambiar ni una coma. Solo añadiré que fue una tarde deliciosa y me sentí feliz.

Libertad 8 íntima y ardiente para acoger en la tarde de un abril amedrentado a los poetas Ana Montojo y Rodolfo Serrano y al cantautor Antonio Sanz: una mujer y dos hombres cabalgando todas las tentaciones que caben en los lomos secretos de la poesía y la música.

Nunca vi dos poetas que se pareciesen tanto. Y el cantor cantó todo lo bello, fuese pecado o no.

Quiero decir que gozamos porque resonaban los versos sobre nuestras mesas al son de una guitarra, sin que J.M. Barbot, Carmen Bermejo, Paco Caro, o Ricardo Galán abriesen la boca sino es para bramar un jolgorio o rezar en voz alta los sueños.

Tantas veces hemos sido felices allí que parecemos un estribillo de libertad en ese café donde los esqueletos de los ferroviarios rebeldes conspiraron hace cien años contra el rey y ahora vigilan si somos fieles o no a la historia que guardan sus muros.

Tranquilos, hermanos, que la heredad está a salvo. Acaban de demostrarlo Ana, Rodolfo, y Antonio con su mensajes de amor a todos los que más lo necesitan y el grito de una memoria de hoy exacta a la de ayer.

El sueño no se ha desvanecido, la pasión no ha huido, y no queda el recuerdo del amor sino el mismo amor.

Mientras ellos recitaban o cantaban la pureza de una tribu se sumó con la espesura de un hermoso silencio tan parecido a la devoción.

En Libertad 8 la libertad sigue de pie.

¡Gracias, Val!