sábado, 26 de abril de 2008

24 AÑOS

De los veinticuatro años de tu vida has pasado sólo una tercera parte conmigo, los otros dieciséis quién sabe dónde, quién sabe cómo. Quién sabe de qué materia estás hecho ahora. A veces uno quisiera tener a mano el agarradero de la fe.

Al principio hubo un tiempo, un tiempo horrible, en que la única imagen tuya que me venía a la cabeza era la última, aquella en que no eras tú sino tu estatua de mármol. Luego te convertiste en una foto, sentado en el suelo como los indios, sonriendo con una camiseta de rayas rojas y blancas. Y unas alpargatas también rojas. Estabas guapo en aquella foto, guapo pero silencioso. Sólo a veces, cuando dormía, te oía reír y hablar en alto con tu voz ronca, como de chico mayor. Y me abrazabas, siempre con la camiseta de rayas. Yo no quería despertarme, continuamente tenía sueño porque cuando estaba despierta volvías a ser una foto; guapo, quieto y silencioso. Con la sonrisa estática, sin movimiento, sin espalda. Y no podía ver esa coletita que se te formaba en el cogote cuando te crecía un poco el pelo.

Cuando también dejaste de venir a mis noches, hubiera dado cualquier cosa por creer en otra vida. Hubiera creido hasta en los arcángeles con tal de tener la esperanza de recuperar tu corporeidad, tus tres dimensiones, tu solidez. Cuando estudiábamos religión nos decían que resucitaríamos en cuerpo y alma. Justo eso era lo que me hacía falta. Yo quería tu cuerpo, tu olor, tu voz, tu risa. Tu pelo revuelto y sudoroso al salir del cole. Yo no quería sólo tu espíritu, quizá soy demasiado de tierra.

Pero no lo conseguí, la fe dicen que es un don y se tiene o no se tiene. Los que no tenemos ese don andamos por ahí como podemos; y yo lo que he podido es guardarte en mi recuerdo, en cuerpo y alma. Y ahí sigues y seguirás viviendo mientras mi memoria no se derrita como un helado al sol.

Ocurre sin embargo que hoy cumples veinticuatro años. Y ya no es la memoria, es la imaginación la que tiene que trabajar. Trasladar tu imagen de niño a la de hombre me resulta muy difícil. Intento inspirarme en tu hermano, pero no, sois muy distintos. Sé que serías guapo, que serías alto y alegre y simpático y un poco chulo. Sé que me tomarías el pelo y me harías rabiar y luego vendrías a hacerme zalamerías. Igual vivirías aquí conmigo, o no, quién sabe. A lo mejor te habías ido a vivir con tus amigos a Lavapiés, en plan república. O con una novia.

El caso es que hoy cumples veinticuatro años y eres un niño.

¡¡¡MUCHAS FELICIDADES, JAIMÓN!!!