miércoles, 22 de septiembre de 2010
PERFECCIONISMO
Es enternecedor
ese esmero tan tuyo
en lograr la excelencia del destrozo
sin una concesión a la chapuza;
ese don especial
de llamar a las cosas por su nombre.
Se trata
de no dejar resquicio a la esperanza
ni piedra sobre piedra;
de matar los recuerdos,
no vaya a ser que alguno fuera hermoso
y nos traiga de pronto
un instante de duda inoportuno.
Me lo dijiste
con esa forma tuya de mirarme
y esa necesidad de hacerme daño.
Con ese virtuosismo que despliegas
solo para alcanzar
la máxima expresión de la derrota.