domingo, 26 de abril de 2015

31 AÑOS

Cómo decirte, amor, que, con el tiempo,
se disuelve tu rostro entre la niebla
y, sin embargo, el hueco que dejaste
nunca pude llenarlo.

Porque no había nada
-ni el amor ni tampoco la poesía
ni otros dolores que vinieron luego-
capaz de reemplazarte en mi memoria.

Es difícil pensarte con tu imagen
cada vez más borrosa,
esa mezcla tan rara entre el niño que fuiste
y el hombre que imagino y no conozco.

Seguramente ahora, si estuvieras aquí,
tendrías que marcharte como tantos
a buscarte esa vida que el destino
te arrebató a deshora.

Quizá celebraríamos tu fiesta
unida a tu probable despedida
hacia mundos más prósperos
que acogen la ilusión de muchos jóvenes.

No sé, mi amor, trato de imaginar cómo serías,
qué sorpresas tendrías preparadas,
qué secretos dolores, qué entusiasmos,
qué amor impulsaría tu andadura.

Y yo me quedaría, como siempre
mirándote marchar,
esperando tu vuelta para, al menos,
celebrar otra vez tu cumpleaños.