miércoles, 18 de noviembre de 2015

¡DIO, COME TI AMO!

Algunas tardes me es indispensable,
para sobrevivir, ponerme un poco cursi,
esconderme en canciones que pregonan aquello
que hace ya tanto tiempo que no digo
-¡Dio, come ti amo! y esas cosas-
buscarme en el recuerdo de la que fui algún día
cuando soñaba solo con amarte
porque no había más pena que tu ausencia.

Entonces no corría la sangre por las calles
hasta escurrirse en las alcantarillas
y las palabras
eran solo palabras, no misiles
ni azadas que abren zanjas entre amigos.

Entonces todos éramos felices
en nuestro privilegio de niños vencedores
acaso sin saber que había otra vida,
acaso sin pensar en los vencidos,
en los desheredados de la historia,
esa historia que aún se les sigue negando.

Algunas tardes me es indispensable,
para sobrevivir, volverme un poco idiota
y reprimir el vicio de pensar;
envolverme en banderas y temblar con los himnos
sin preguntarme apenas por qué otros
solo tiemblan de miedo.

Algunas tardes me es indispensable
suicidarme despacio con un vaso de vino,
soñar que somos jóvenes y que bailamos juntos
¡Dio, come ti amo!