lunes, 12 de septiembre de 2016

DEFINITIVAMENTE

Definitivamente
parece confirmarse que este invierno
que viene, será duro.
(Jaime Gil de Biedma)

Hace apenas tres meses
este inmisericorde secarral
era un vergel 
cuajado de retamas y jarales,
el cantueso cubría las praderas
de cintas color malva
y unas flores sin nombre, diminutas,
tapizaban rincones en la umbría.

En pie quedan tan solo las encinas
resistiendo agarradas al rastrojo
el envite brutal de la canícula,
este sol infinito e implacable
que asesina los brotes de esperanza.

Pero vendrá la lluvia y en noviembre
el oro vestirá las ramas de los chopos
compitiendo en belleza con el ocre del fresno
y, una vez más, el paso de los meses
traerá la primavera.

¡Ojalá fuera igual para nosotros!

Hace apenas mil años todos éramos
tenaz, impenitentemente jóvenes,
como si aquello fuera a durar siempre.
Pero no somos chopos ni jarales,
lo que se fue no vuelve, se transformó en dolor
la feliz inconsciencia; cada día
recibimos noticias de la muerte,
la vemos acercarse a los amigos,
se agazapa, ladina, entre las sombras
que cubren el recuerdo de esos años.

No es el miedo a morir lo que me mata.
Es el miedo a vivir esto que queda.
Es el miedo a un invierno amenazante.
A que la primavera no regrese.