jueves, 28 de junio de 2018

IDIOTA

Me dicen los amigos
que hay muchas formas de llenar el tiempo,
que me haga voluntaria —¡voluntaria!—
de alguna oenegé que se dedique
a salvar niños pobres, cocinando
en algún comedor de caridad,
administrar un banco
—ya sea de alimentos o de sangre—
acompañar ancianos
una vez por semana un par de horas,
visitar hospitales y regalar abrazos
para que alguien se crea que le quiero.

Algunos me aconsejan que me apunte
a una escuela de bailes de salón
o que cante en el coro de los desesperados,
que haga senderismo o que aprenda alemán
o, mejor, chino —dicen
que el chino es el idioma del futuro,
lo que no deja de tener su gracia—
o que practique yoga o sexo tántrico
para encontrar mi karma y mi energía.

Pero yo no hago nada de provecho
más que mirar sin ver al infinito,
más que pensar en ti como una idiota.