No ha sido de repente, poco a poco
se ha escapado la vida de mis manos.
Los pájaros, las flores y la lluvia
ya no me traen recuerdos de otros días,
de cuando los miraba con tus ojos
soñando que tú estabas a mi lado
mirándolos conmigo.
Ahora son solo pájaros,
triste silencio sobre una rama seca;
las flores ya no pintan
el campo de color para nosotros
solo cumplen su ciclo inalterable
de nacer y morir a plazo fijo.
Ya no entra la lluvia hasta mis huesos,
ya no me moja el alma, si es que tengo.
Solo es agua que forma charcos sucios
y que cae a lo tonto, sin tocarme,
no me arranca una risa ni una lágrima
ni un estremecimiento dolorido.
Hay algo en mí que ha muerto, era algo hermoso.
Pero sé que murió en defensa propia.