A veces la poesía me supera
o quizá me resulta insuficiente,
no me cabe en los versos esta angustia,
este peso en el alma y este miedo.
Los poemas ajenos y los propios
me cuelgan de los dedos como sacos vacíos,
no consigo encontrarme en ningún verso
ni acoger en los míos a otros corazones.
Perdonad, compañeros, si no os leo
pues la culpa no es vuestra,
sino que es del espanto que me invade
y que me paraliza los sentidos.
Y me siento incapaz de apreciar la belleza,
de disfrutar la vida o el amor.
Pero aún no estoy muerta, eso es un lujo
que ni siquiera puedo permitirme.
Ahora soy una extraña entre tanta alegría,
éxitos, libros, recitales, premios,
deslumbradoras luces para esconder la sombra;
pero la sombra existe
y nos está esperando
detrás de cada esquina.
Por eso me retiro de esta feria,
para entrar en la sombra en cuerpo y alma.
No sé si volveré, será la vida
la que al final me salve o me condene.