Vivo a base de dar palos de ciego
y a veces el bastón no toca nada,
sino un aire cargado de vacío.
No hay un lugar más triste
que el estruendo de voces extranjeras
aturdiéndome el alma,
ahogando el eco de mis soledades.
Pero en este mercado
la tristeza no vende,
es preciso reír a toda costa,
bailar, tirar cohetes celebrando la vida
y ser feliz, por si esto fuera poco.
Con este panorama
una intenta agarrarse a las palabras
como último asidero
antes de despeñarse en el silencio.
Palabras que se adhieran a un saliente del muro
o en su defecto,
a un corazón perdido en la intemperie
que haga menos violenta la caída.
y a veces el bastón no toca nada,
sino un aire cargado de vacío.
No hay un lugar más triste
que el estruendo de voces extranjeras
aturdiéndome el alma,
ahogando el eco de mis soledades.
Pero en este mercado
la tristeza no vende,
es preciso reír a toda costa,
bailar, tirar cohetes celebrando la vida
y ser feliz, por si esto fuera poco.
Con este panorama
una intenta agarrarse a las palabras
como último asidero
antes de despeñarse en el silencio.
Palabras que se adhieran a un saliente del muro
o en su defecto,
a un corazón perdido en la intemperie
que haga menos violenta la caída.